Documental: Descartes
Director: Fernando Mieles
Año de Estreno: 2009
Productora: Gato Tuerto Producciones
Cristian Astudillo
Es que a nadie le interesa eso, ¡tú sí que eres ingenuo! ¿Qué memoria? ¿A quién le interesa? ¡No le interesa a nadie eso! ¡A nadie le interesa!
Estas fueron las mordaces palabras con las que el crítico de cine guayaquileño, Gerard Raad, confrontó al director Fernando Mieles durante el rodaje de Descartes (2009). Hay una cierta poética burlesca en el hecho de que Mieles conservara estas palabras en el metraje final y que volvieran a proyectarse en la muestra de 100 Años de Cine Ecuatoriano, dado que, con la actitud sardónica que Raad mantiene frente a la cámara, añadió: «Tú, porque te han dicho que la memoria, porque eres graduado en cine, ¿pero a la gente que le importa? Vieron un rollito, lo tiran a la basura, ¡y terminó la memoria!». Esto era un crudo y a la vez cómico recordatorio de que las películas, a pesar de su capacidad de evocar experiencias transformadoras, siguen siendo entidades materiales; objetos físicos susceptibles a fenómenos como la descomposición, el polvo y el fuego, mismo que alguna vez consumió los libros que habitaban en la Biblioteca de Alejandría, o que produjo el incendio de 1937 en la bóveda de películas de la 20th Century Fox.
Las palabras que pronuncian Raad y el resto de entrevistados, indiscutibles veteranos que forman parte de estos cien años de cine ecuatoriano, resuenan en los estudiantes de cine que asisten al conversatorio del documental. Las imágenes nos introducen a una especie de arquitectura barroca que exploramos a través de recorridos por viejos almacenes, archivos históricos municipales y habitaciones repletas de antigüedades que, como viejos templos olvidados, reconstruyen fragmentariamente un posible pasado del cine ecuatoriano. La cámara no duda en enfocar artilugios oxidados de producción cinematográfica, recortes de periódicos que anunciaban concursos de antaño, rollos de celuloide cubiertos de polvo y fotos que conmemoran viejos sucesos.
Sin embargo, es preciso señalar que Descartes no se limita únicamente a realizar un recorrido de la historia del cine del Ecuador, es, también, una odisea y una búsqueda de la memoria perdida del cine.
Esta búsqueda se anticipa desde la introducción. Allí, se observa a un hombre recorrer las calles en bicicleta, mientras que, por medio del montaje, se intercalan las primeras imágenes de las personas que serán entrevistadas a lo largo del documental, como si dicho hombre nos condujera en su bicicleta a través de ellas. Será un viaje para encontrar algo que se ha perdido en el mundo del cine ecuatoriano, concluye con la definición del término que compone su título:
* descartes: fragmentos de película que el director y el editor deciden no utilizar durante el montaje. Una vez terminada la película, los descartes se desechan… o los guarda el director…
Mientras los entrevistados hablan sobre sus experiencias en concursos, festivales de cine y en trabajos de producción que se organizaron en Guayaquil entre los años 60 y 70, las imágenes de este hombre en bicicleta trabajando como fotógrafo en eventos escolares y desempolvando sus viejos cajones entre palabras nostálgicas continúa recorriendo entre sus memorias sin un propósito aparente. Uno de ellos, Jorge Suarez Ramírez, menciona a un muchacho guayaquileño —cuyo nombre no recuerda— que hizo un documental sobre una joven que se suicida mientras su abuela ve la telenovela; califica a dicha película como: «lo más grande que he visto hecho en Guayaquil» y que no se sabe cuál fue su paradero.
A partir de este punto, la película abandona su enfoque historicista y adopta brevemente la forma de una trama de misterio en el que las entrevistas pasan de ser recuentos históricos a piezas de un rompecabezas con las cuales, poco a poco, se intenta dilucidar la identidad de este director misterioso. En esta secuencia, hay un juego interesante con la memoria, puesto que, con cada entrevista, es posible apreciar cómo cada persona recuerda algo distinto de este mismo director: Jorge Suarez Ramírez lo recuerda más por la trama de sus películas, Juan Hadatty Saltos es quien recuerda el nombre del susodicho cortometraje —Naturaleza Muerta (1976)—, y en lo sucesivo, se van destacando otras cualidades como su profesión de fotógrafo, su aspecto físico, sus victorias en los concursos, etc. Se trata de un ejercicio de construcción progresiva del personaje, hasta que, finalmente, es Gerard Raad quien revela su nombre verdadero: Gustavo Valle, lo que hace que el público descubra al hombre en bicicleta como aquel director misterioso que se había erigido como un personaje mitológico entre los entrevistados y al que Raad titula como el Pasolini Ecuatoriano por el estilo y temáticas violentas, transgresoras e impactantes de sus películas.
Resulta llamativa esta breve secuencia de misterio cuasi-detectivesco que adopta el documental, sobre todo tomando en cuenta que, minutos antes, era Gerard Raad quien decía que antes el cine era una especie de misterio. Pero incluso una vez resuelto el misterio y revelado el nombre de Gustavo Valle, el documental nunca abandona el ejercicio de poner a prueba la memoria de sus entrevistados, con algunos reconociendo su nombre, con otros recordando sus películas, aunque desconociendo su nombre, otros desconociéndolo, pero luego recordándolo, y otros recordándolo a medias, apenas con una borrosa familiaridad.
Así como Descartes pasa de ser un repaso histórico del cine ecuatoriano a una breve trama de misterio, la revelación del nombre del director misterioso produce una nueva transformación:
Todo se perdió.
Las Tres películas se perdieron.
Es con este dialogo de Gustavo Valle el documental inicia un viaje de búsqueda, una odisea en la que, siguiendo un esquema similar al del viaje del héroe, Gustavo Valle abandona la comodidad de su casa y parte en una pesquisa de sus películas perdidas junto al director Fernando Mieles, con una potencia dramática reminiscente a la Telemaquia.
Es sumamente conmovedor el desenlace en el que las películas pérdidas son encontradas después de un arduo trabajo de búsqueda, la cual en ocasiones puntuales se tornaba desesperanzadora para el propio Gustavo Valle entre reencuentros de viejos conocidos y visitas exhaustivas a diversos archivos históricos municipales.
«Uno debe seguir su obra», dice Maruja Martín para que Gustavo Valle se mantenga persistente en su búsqueda y como una advertencia de que la memoria es responsabilidad de los propios artistas, porque los casos en los que el material perdido es recuperado, son uno entre millones. Aunque existen comunidades de Lost-Media dedicadas a la investigación y recopilación de información sobre material perdido que han tenido numerosos éxitos en sus labores de recuperación y preservación de esos materiales, las palabras de Gerard Raad no dejan de ser una cruda realidad que se extiende desde los tiempos más recónditos de la historia de la humanidad.
El caso de Gustavo Valle es extraordinario, y debido a las transformaciones narrativas del documental, hace que su odisea parezca salida de la ficción. No es de sorprender que todos los entrevistados reaccionen con fascinación e incredulidad al enterarse de los sucesos de su viaje, y que incluso Jorge Suarez Ramírez señale que: «Hasta suena a película de Hollywood de los años 40: ¡encontramos a un viejo director de cine que se había perdido en el anonimato! Y ahí comienza la historia de la nueva historia».
Descartes y la muestra de 100 Años de Cine Ecuatoriano exponen dos realidades sobre la memoria del cine: una pesimista y otra optimista. La pesimista: es que el olvido es parte de la vida, hay que abordarlo con resignación y es necesario aceptar que hay billones de obras de arte perdidas a lo largo de la historia que nunca serán encontradas. Y la optimista: aquello que alguna vez se olvidó, puede volver a recordarse; así como la figura de Gustavo Valle, las imágenes de sus películas y los miles de contenidos recuperados por la comunidad de Lost-Media alguna vez estuvieron perdidos, pero pudieron ser descubiertos una vez más.
La memoria va y viene: como Gustavo Valle en su bicicleta.
Documental disponible en Youtube: