Por Franco Doménica

 

para Matilda y Felicia,

que cuando lleguen sus manchas sientan amor,

no vergüenza.

Llegaron a mi vida las amigas, y los calzones manchados dejaron de darme vergüenza.

Eduarda y yo nos conocimos virtualmente en el primer año de la pandemia, sin pensar que forjaríamos una hermosa amistad, dentro de la cual las conversaciones sobre el cuerpo y las emociones son vistas con tanta naturalidad que es sanador. La aparición del proyecto de Las Manchas es el resultado de ese tipo de interacciones. La idea nació en septiembre del año pasado, a partir de un taller sobre cuentos ilustrados impartido por Roger Icaza en la UArtes, al que asistió Mariuxi Alemán, de quien nació la idea prima de Las Manchas. Poco después, Eduarda Dávalos se unió al proyecto, que inició como dibujos de palitos y talleres espontáneos de escritura hasta lograr presentar un pitch a un aproximado de cuatro ONGs antes de contactarse con Alisa Pincay para la ilustración del libro, que empezó a montarse en noviembre de 2022, sin casa editorial y completamente autogestionado con el apoyo de Lia Burbano, directora de la Fundación Mujer y Mujer.

La idea de todas las involucradas en el proyecto era ofrecer un espacio seguro por medio de la lectura, para que niñas, niñxs, adolescentes y hasta personas adultas pudieran hablar sin tapujos ni vergüenza sobre menstruación. Al juntarnos para hablar del libro, Eduarda y yo retrocedimos en el tiempo para revivir lo que fue nuestra primera menstruación. Le confesé que, si bien me parecía una propuesta necesaria, me incomodaba un poco saber que, para muchxs niñxs, la primera menstruación había sido o será lo mismo que fue para ella y para mí: un momento de incertidumbre, vergüenza y rechazo a la idea de convertirnos en mujeres. Relacionamos la menstruación con lo poco que nos enseñaron en la escuela, siendo lo principal que la menstruación es señal de estar hábil para procrear. Ni siquiera habíamos besado a un niñx ni teníamos educación sexual para saber cómo funcionaba el hacer un bebé, pero ya nos llamaban ‘mujeres’ y se nos instaba a ‘tener cuidado’. Solo quienes pasamos por esto podemos saber lo aterradora que puede ser esa frase.

Pensando en ello, este libro busca ser un pequeño consuelo para las hermanas que escondían las toallas sanitarias en una basura aparte. Para lxs que se levantaron en un charco de sangre y lavaron a escondidas la ropa y las sábanas. Para la niña que pensó que era un efecto secundario del helado de fresa y tuvo que ver a su padre y sus tíos borrachos y llorando, celebrando que se había ‘convertido en mujer’. Para el niñx que vivió su primera menstruación en silencio, en medio de la muerte y el luto. Para la niña que solo pudo decirle la palabra rojo a su profesora para expresar que tenía cólicos por su primera menstruación. “Una historia roja, rojita” es la frase que acompaña el título de Las Manchas.

La menstruación, en especial la primera, es un universo. Aunque la nuestra haya sido vergonzante, traumante e incómoda, va más allá. Los cambios en el cuerpo, los dolores, los cuidados (que pueden empezar desde aprender a cómo lavar un calzón manchado de sangre, hasta saber qué tipo de té funciona mejor para aliviar los cólicos). Abrirse a pensar en todo esto ha dado pie a que muchxs artistas menstruantes hablen del tema en sus obras, Eduarda y yo incluidxs. Cabe mencionar que la obra que más resuena, en el ámbito de la literatura ecuatoriana, sobre este tema es la novela Sanguínea, de Gabriela Ponce. Recalco este ejemplo, a pesar de que estoy reseñando un libro infantil, porque esta novela permitió que me reafirmara como persona no binaria, al entender que no tenía la misma relación con mi sangre, mi cuerpo y mi femineidad. Y eso está bien.

Desde esa experiencia, cuestiono el papel de este nuevo libro al que serán expuestxs muchxs niñxs. Le pregunto a las autoras: ¿Qué rol jugará este libro en las infancias trans y no binarias? ¿Paliará la sensación de soledad que muchxs niñxs, como yo en su momento, que no pueden expresar el hormigueo bajo la piel cuando les dicen que su menstruo remarca con rojo su género impuesto? ¿Es posible que entiendan eso las amigas, para crear espacios verdaderamente seguros y reparadores? Es verdad que el libro y sus creadoras no tienen la responsabilidad de contentar y contener a todxs, pero me parece que en la coyuntura en la que se publica este bello libro, es importante y necesario hacerse estas preguntas.

No me tomó por sorpresa cuando Eduarda respondió a estas incógnitas diciendo que también habían pensado en estos casos y, por esa razón no quisieron enfocarse en el tema de madres e hijas, o abarcarlo como “cosa de mujeres”. Quieren que la conversación sea para todo el mundo, incluídos niños y niñxs. De hecho, una de las condiciones al recibir el incentivo de la Fundación Mujer y Mujer, fue que se pensara en las infancias trans, no binarias e intersexuales. En la presentación del libro en Guayaquil, las representantes de la fundación recalcaron que parte de su filosofía es creer en proyectos que impulsen a romper estereotipos que respalden la menstruación como un tema de mujeres, y afirmaron que fue algo emocionante para ellas el haber formado parte del proyecto. Por esa razón, dentro del libro se cuida el lenguaje para no reservar la información a “las niñas” sino a una niñez diversa. Si bien no sé usó la x o la e, se hizo un esfuerzo para que el lenguaje sea inclusivo y amigable con todos los públicos. Estos son detalles que, aunque necesarios e importantes, no han hecho fácil la difusión y venta del libro a ciertos padres de familia con un pensamiento más cerrado sobre el género.

Dejando de lado el lenguaje, Eduarda y Mariuxi escogieron hacer un libro-álbum que sirviera para abordar la menstruación y reafirmarle a todxs que lxs niñxs no dejan de ser niñxs cuando menstrúan. Al dejar un espacio para el diálogo entre el texto y las imágenes, el libro es de quién lo tenga, las interpretaciones y los puntos de partida para abarcar el tema y la historia dependen del lector o mediador de lectura. No se está tratando de forzar un lenguaje o lectura específica, solo se quiere presentar un producto-herramienta-espacio que no discrimine a nadie y a partir del cual se pueda hablar de la menstruación de manera empática y juguetona.

Uno de los elementos más importantes de este libro es la guía menstrual que contiene encriptada en un código qr en su contraportada, que corresponde al objetivo de que Las Manchas sea un acompañamiento para las primeras menstruaciones. Además de contar con espacios dentro del libro que invitan a personalizarlo con la propia experiencia de lxs lectores, la guía ilustrada es un acompañamiento completo para aprender sobre el cuerpo, cómo funciona la menstruación, los productos de higiene personal que existen y cómo se usan, y consejos sobre cómo cuidarse en cada etapa del ciclo menstrual.

Durante la presentación del viernes 28 en la Sala Ría de la Biblioteca de las Artes, las autoras afirmaron que planean trabajar en una guía didáctica para educadores que sirva no solo como herramienta para acercarse al texto, sino para tratar el tema de la menstruación en general dentro del aula de clases. Además, aseguraron que desean que este libro sea el inicio de un catálogo en el que se exploren diversos temas dentro del universo literario de Las Manchas. Saben que no será fácil cumplir con dicha ambición, pues con este primer volumen aprendieron de primera mano las dificultades de hacer y publicar un libro en Ecuador, sobre todo por su temática y el público objetivo al que está dirigido. Sin embargo, creo que muchxs esperamos que este sea el inicio de un proyecto literario que aporte a la niñez del país y ofrezca material didáctico y creativo a padres y docentes para cambiar el enfoque de lo que hasta ahora se han considerado como conversaciones incómodas.

Siento que Las Manchas es un libro muy prometedor, sin embargo, al leerlo la historia se me hizo muy corta. Esto no es necesariamente algo malo, ya que deja ver claramente su enfoque y propósito como un ‘abrebocas’ para hablar sobre menstruación, que no depende solo de la historia, sino que se extiende con la guía de aprendizaje. Aún así, me parece que se pudo haber ahondado más en el tema aportándole más elementos al conflicto, que se trata y se resuelve por encima, retratando una historia de primera menstruación ‘ideal’ con la que algunxs lectores (como yo) tal vez no puedan sentirse identificadxs.

Dejando eso de lado, el libro ostenta unas ilustraciones y un lenguaje muy divertidos, y deja claro el rol de las amigas como un refugio importante en la pre-adolescencia y adolescencia. Leerlo me invita a pensar en el valor de la amistad entre quienes pasamos por estos procesos, y agradezco haber llegado a la adultez con amigxs que, si bien no pueden borrar el recuerdo de una primera menstruación traumática, me invitan a cobijarnos entre todxs para que menstruar en la adultez sea un disparador de nuevas y mejores memorias. La complicidad y el cuidado consuelan a ese niñx interior que se rehusaba a aceptar cómo funciona su cuerpo. Gracias a Eduarda, Mariuxi y Alisa por comprometerse a compartir esa experiencia con todxs nosotrxs y darle la oportunidad a muchxs niñxs de prepararse para recibir su primera menstruación como algo natural y como una oportunidad para aprender más sobre su cuerpo, sin sentirse obligadxs a dejar de ser niñxs.