Por Mar Guzmán Arostegui

 

Para este primer análisis del ciclo zombi iremos a lo seguro, vamos a sumergirnos hasta el fondo del cliché del cine zombi contemporáneo, pero sin dejar de lado una personal pasión por los zombis que corren, Brad Pitt y las películas con mucho presupuesto que resultan ser bastante malas. Guerra Mundial Z (2012) comienza con un montaje introductorio, un collage de imágenes de archivo moderno, cámaras de seguridad, televisión, documentales y retazos audiovisuales de episodios de Animal Planet. Por eso, es curioso ver el primer sesgo cultural que este tipo de películas dejan. Siempre estas escenas muestran ríos de autos colapsados en el tráfico, animales salvajes que no entienden qué es lo que está pasando, programas matutinos que pretenden informar, pero, curiosamente, siempre que asomen escenitas de países no blancos siempre veremos imágenes de gentrificación, comercio informal y pobreza. Esta es la carta de entrada y el discurso latente de nuestra querida película.

Luego vemos a la familia del protagonista y a nuestro querido Brad Pitt que nos acompañará en toda la película como el héroe que marca el paso de la crisis zombi. Sus datos biográficos son los siguientes: es ex militar o agente de información y seguridad de las Naciones Unidas, se conoce el mundo al derecho y al revés, conoce todo tipo de combate, utiliza todo tipo de armas y sabe manejar cualquier vehículo que le pongas en frente, desde una bicicleta hasta un avión de carga. Al salir de casa con su esposa y sus hijas, encerrados en el tráfico de New Jersey, entran en una situación tensa cuando un edificio al frente suyo explota y comienza la terrorífica imagen gringa cotidiana. En esta primera parte vemos lo horripilantemente usual que es un ataque masivo, Gringolandia es una tierra de la que últimamente han surgido excesivas noticias sobre violencia civil, schoolshoters, grupos de neo-nazis planeando atentados, entre otros. La violencia masiva no es algo irreal, es parte del cotidiano, y me produce completo pavor saber que las violencias de territorios privilegiados y no privilegiados tienen distintos tipos de atenciones mediáticas. ¿Es la violencia civil algo cotidiano en Estados Unidos? ¿O lo que realmente es cotidiano, desde nuestra perspectiva, es que recibimos sus noticias a diario y les damos más importancia que a las nuestras?

Para no salirnos del tema más, Brad Pitt escapa en su auto junto a su esposa y sus hijas hasta que son chocados y  —¡Oh que conveniente!— y terminan al lado de una casa rodante completamente vacía que les sirve para seguir escapando hasta encontrar un supermercado. Al entrar agarran provisiones y se adentran más para buscar la medicina de su hija con asma. Durante todo este caos del saqueo la esposa del personaje de Brad es agarrada por dos tipos que intentan desnudarla, él les dispara y logra matar a uno mientras el otro sale corriendo. Justo es este momento en que sucede algo preocupante para el discurso de la película. Entra un oficial de policía al supermercado y ve al cadáver y a Brad directamente a los ojos, se acerca a él, pero lo rebasa y roba los bidones de gasolina que había detrás de Brad Pitt. Esta es la primera vez que ley civil, la ley de calle, la ley más cercana al ciudadano se ve revocada. La ley civil ha dejado de existir y eso quiere decir que no existen consecuencias para la infracción de la ley.

Desde mi punto de vista, esto tiene algo de esperanzador pues pareciera que Guerra Mundial Z le está escupiendo a la cara a la ley y te entrega lo que ya nos dios The Walking Dead: un lugar sin normas, cuyo único motivo es la supervivencia. Obviamente, Guerra Mundial Z, a diferencia de The Walking Dead, es capaz de destruir la esperanza del no-gobierno y el derrocamiento del estado en menos de 10 minutos de película.

Para Guerra Mundial Z, sin embargo, el estado no desaparece, son los humanos quienes se vuelven supervivientes, entidades fuertes superiores a los que no sobrevivieron. Es aquí cuando se construye la separación entre el zombi y la persona. Los zombis se convierten en la amenaza principal, solo los fuertes son capaces de erradicarla. Bajo esta luz se plantea el discurso del militar fuerte, la carne de cañón del gobierno y el instrumento del poder fuerte para aplicar control sobre la población. En este contexto, los militares son representados como los únicos capaces de sobrevivir a la amenaza mundial, y, se nos plantea abiertamente que, si la militarización de los espacios de supervivencia no existiera, nadie pudiese estar seguro en lo absoluto. Esto observamos cuando Brad entra al bunker militar de sus amigos poderosos y amenaza con que si no aporta al trabajo para “salvar a la humanidad” (es decir: salvar a los gringos) va a ser expulsado del lugar seguro. En consecuencia, Brad es enviado a Corea donde los únicos supervivientes que encuentra son un grupo de militares que estuvieron en contacto con el primer infectado de esa zona. Es la primera vez que se presenta al poder militar como un individuo superviviente: no solo el bunker es una fortaleza llena de gente en trajes de camuflaje, sino también el cuartel de Corea. Nos envía el mensaje concreto de que, con armas y gente entrada para usarlas, estás en un lugar seguro para enfrentar el apocalipsis. Vale destacar respecto a esta escena, la maravillosa participación de un científico de Harvard que, se supone, va a buscar la cura para el virus. Tristemente desaparece a los 10 minutos de salir en pantalla porque al subir a un avión durante la lluvia se tropieza y muere torpemente.

En su segundo viaje Brad va a Israel. Israel ha decidido esconderse del mundo, construir una muralla enorme alrededor de Jerusalén para así protegerse de la amenaza zombi. Curiosamente no pasan ni 5 minutos hasta que se observa en la calle a varios israelíes de distintas religiones cantando y rezando, uno de ellos agarra un megáfono para que se escuche fuerte la alegría de la gente siendo rescatada por los militares israelitas. Vemos a musulmanes y judíos bailar en conjunto. Un directo mensaje a la problemática en la zona y un evidente discurso sobre una hipotética reconciliación entre las religiones. Guerra Mundial Z tiene esa característica: nos entrega cierto material critico interesantes, pero los arruina justo el instante después de ser planteados. Justo después del comienzo de los canticos, los zombis son atraídos a la muralla por el ruido de los megáfonos y son tantos que se aglomeran en un lado hasta sobrepasar el muro. Nuevamente Brad sale ileso (que, como nos indica la película a cada rato, es lo importante).

Dejando a un lado todo este bodrio discursivo, ahora podemos revisar la suave estética de Guerra Mundial Z. Sus paletas típicas llegan hasta el punto de lo hiper-cliché, sobre todo cuando en un país extranjero solo tiene dos opciones: amarillo o café. Los lugares tranquilos (Estados Unidos y Europa) obvio están manchados de ese color azulado y esas sombras suaves que provocan tranquilidad. No es una película que alterne demasiado, su terror consiste en el screamer promedio acompañado de la comparación de la calma previa. Un bello detalle a destacar es que las latas de Pepsi están constantemente presentes en la película y, de hecho, en una de las escenas resolutivas en la que el héroe ha logrado su objetivo, utiliza una lata de Pepsi para distraer la atención de los zombis. En esta misma escena hay un precioso momento, uno de mis momentos favoritos de todas las películas de zombis, cuando, al meterse la cura o el “repelente contra zombis”, uno de ellos lo enfrenta cara a cara y muerde el aire mientras gimotea eignora completamente a Brad Pitt. Increíble trabajo de actuación del zombi, incluso mejor que mi querido Brad.

Una observación final sobre el remate de la película es que resulta imposible no reconocer cuan manchado está del discurso moderno sobre superación personal. Las vacunas o “Camuflaje para zombis” llegan a todo el mundo y la película cierra con un texto que nos dice que te prepares, que solo los fuertes van a sobrevivir (los militares y la gente armada, claro), que la guerra acaba de comenzar (ya se terminó, la película por eso termina, pero pensaron en una secuela que todavía no ha salido).

Guerra Mundial Z es una película típica, más allá de eso no narra más que lo usual de una peli de este tipo, aunque está impregnada por ese típico discurso de las películas de acción en las que los militares son la salvación a todos los holocaustos humanos, cualquiera que estos fuesen. No impone ideas opresivas a propósito (como la controversial Blonde) solo es víctima de este sistema cliché de creación del cine gringo. Es en otras palabras una película que no quedará en la memoria demasiado tiempo, quizá en otros contextos y mejores manos hubiera sido capaz de narrarnos alguna visión alternativa sobre el mundo.

Primera reseña del ciclo

«Ciclo Zombi-D 19».