Por Kathya Carvajal Mera

En el 2019, salió a la luz Las malas, novela escrita por la argentina Camila Sosa Villada. Tras leer el prólogo de la obra, el lector es consciente de que se introduce en una autoficción matizada por la singularidad poética que caracteriza a Sosa. En Las malas nos encontramos con una narradora que se desnuda ante el lector y permite que observemos su rito de iniciación: la metamorfosis de Cristian Omar, un niño que empieza a experimentar las rupturas de su cuerpo y conciencia al sentir que lleva una vida que no le pertenece. Marcado por violencia intrafamiliar y precariedades generadas por su situación económica, se desliza por el camino en el que emerge Camila. A los dieciocho años huye de Mina Clavero, pueblo ubicado en Córdoba, centro norte de Argentina, para radicarse en la capital de esta provincia. A pesar de verse obligada a migrar, tanto de espacio como de identidad, continúa situada en un medio social que promueve distintas formas de exclusión, como adicciones, abuso de poder, machismo y proxenetismo.

Las cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el 2018, arrojaron que la esperanza de vida de las mujeres transgénero en América Latina tan solo es de 35 años.[1] Camila Sosa actualmente tiene cuarenta años, ella y su personaje literario han transgredido los vaticinios manifestados por el sistema que abandona a estos grupos, que nunca han constituido una minoría. Son clasificadxs bajo este concepto, en consecuencia de no encontrarse en el mismo plano de igualdad política y social que la población cisgénero. Se estima que en Argentina existen aproximadamente cuarenta mil personas transexuales[2], esto sin contar los casos no registrados. Abiertamente o de forma oculta, son miles de personas que construyen alianzas para exigir sus derechos y enfrentarse ante agrupaciones trans excluyentes.

Camila nos presenta a sus amigas, a sus hermanas. Al ser la única narradora durante toda la historia, presta su voz para introducir las vivencias del resto de personajes que ayudan a configurar la novela, porque cada unx de ellxs es imperativx para el universo de Las malas. Una multiplicidad de mujeres transexuales que provienen de diversas partes de Argentina, de las periferias del país. Todas con el objetivo de vivir en el cuerpo del que siempre fueron privadas. Las malas representa el mundo de las freaks como lo denomina Sosa. Están encabezadas por la matriarca, la tía Encarna, dueña de la pensión en la que se consagran las malas. Juntas hacen frente a la constante vulneración que reciben por parte de la sociedad cordobesa, la cual ejerce represión y castigo a aquello que se desvía del ideal heteronormativo.

La novela tiene como centro una dualidad constante. El «bien» y el «mal» son plasmados como estructuras monolíticas que se encuentran separadas por las fronteras construidas por estigmas territoriales y las distinciones sociales. Camila Sosa confluye a las travestis dentro del «bien», del modelo idílico argentino: un ser en movimiento constante. El empleo, bajo las convenciones sociales argentinas, dignifica a la persona, y si el individuo no trabaja, se limita a ser absorbido por las diferencias socioeconómicas de un país. Por las mañanas, Cristian Omar estudia en la universidad; Nadino, uno de los integrantes de las malas, es enfermero, y por las noches ambos travestis se prostituyen. Sus actividades diurnas y nocturnas desembocan en la obtención de dinero como medio movilizador, pese a ello, los niveles de violencia que experimentan estos personajes no disminuyen en la obra

Sosa ejemplifica cómo los grupos cisgéneros se sirven de lxs travestis. Policías, padres de familia, hombres pudientes, borrachos, entre otros, son quienes pagan por los servicios de esas mujeres. En escasas ocasiones, las malas sienten agrado por compartir su cuerpo con determinados clientes, pero la mayor parte del tiempo son víctimas de abusos físicos y psicológicos. El trabajo sexual no es una cuestión de gusto, es la obligación de tener relaciones sexuales con otro por el intercambio de dinero.

Es un pantano de vulnerabilidad en el que las malas luchan por no ser violentadas por una sociedad de control. Pero no todo es una batalla, ellxs también danzan en el corazón que lxs constituye: el Parque Sarmiento y la pensión de la tía Encarna. En estos espacios aceptan quiénes son, mientras la otredad se consume a sí misma por el temor a demostrar lo que realmente les satisface. Cabe mencionar que esto no opaca la situación de violencia que experimentan lxs travestis ―pues está latente durante toda la obra―, pero remarca que fuera de esta realidad hostil pueden encontrar un nuevo espacio que les permita disfrutar de sus propias compañías. La vida no es fácil, pero el cuerpo y espíritu de estxs personajes desafían las embestidas propinadas por parte de las exclusiones políticas.

La luz en Las malas, más allá de ser un elemento estético que delimita el día y noche de Córdoba, también representa la hegemonía que se trata de instaurar en las mujeres transexuales. En la oscuridad del Parque Sarmiento, lxs travestis se deslizan furtivamente con el propósito de no ser capturadas por las organizaciones que rigen el orden público. La policía, junto las luces que irradian mediante sus automóviles, trata de doblegar a lxs travestis. Una luz, cargada de golpes e insultos, tan luminiscente puede enceguecer a las malas, por lo que deben huir constantemente.

La oscuridad es sinónimo de quietud y enigma, de tal forma es estereotipado el concepto de travesti bajo los estigmas de Córdoba, lugar que transmite una luz basada en normativas cisheterosexuales. A medida que avanza la novela, Camila Sosa libera las aves ante la luz natural, la luz del sol. El grupo de mujeres empieza a movilizarse por la ciudad, la tía Encarna lleva a su hijo al jardín de infantes, Camila visita a sus compañeras. Tienen miedo de ser observadas, pero mediante esas miradas encuentran la única forma de estampar sus pasos en la ciudad y crear su propio territorio.

La maternidad desde la óptica travesti es configurada por El Brillo de sus Ojos, hijo adoptivo de la tía Encarna. Mediante este personaje, surge el primer toque de realismo mágico en Las malas. Su presencia se ve marcada por lo mítico. Aparece misteriosamente en el Parque Sarmiento, del que es rescatado por un grupo de travestis, quienes lo someten a un bautismo desarrollado por La Machi, una travesti que cumple la función de ser guía espiritual para las malas. Entre todas realizan un rito en el que rezan a dioses paganos, les piden la protección del Brillo.

Esto aparte de ser el estilo de la novela, también es una simbolización hacia la vulnerabilidad, y cómo de ello se puede extraer lo más sincero que abriga el alma humana. Mediante El Brillo, Camila Sosa exterioriza los vínculos parentescos sobre minorías sexuales. Implica el sentido de responsabilidad emocional entre una mujer travesti, quien se ha enfrentado a múltiples escarnios, y un niño, que se transforma en el eje de la morada. El niño es una brújula para las malas. La pensión rosa muta, ya no solo es un espacio en donde se concentran travestis delimitadxs a vender su cuerpo, también se establece una gran familia. A diferencia de las luces artificiales propiciadas por «los otros», el Brillo de sus Ojos es la irradiación que surge de los cielos para iluminar la cúpula del dolor que alberga a las malas. Brinda luz para que aprecien sus cuerpos, se acepten y encuentren entre todxs el vínculo que lxs interconecta hacia la herencia y memoria de sus comunidades.

En Las malas, se genera un juego poético en conjunto al realismo mágico. Camila Sosa, a través de un pensamiento simbólico, crea personajes extraordinarios, los cuales no deben ninguna explicación de su existencia al mundo que se desarrolla fuera de la pensión rosa que habitan. Natalí, es una travesti a quien cada 28 días deben encerrar porque se transforma en una feroz lobisona.

Natalí lloraba lágrimas azules cada vez que escuchaba la canción de Julio Iglesias que llevaba su nombre y decía que era capaz de cometer crímenes espantosos cada noche de luna llena si no se encerraba en aquel cuarto. [3]

Cada mes la veíamos morir cuando retomaba su forma lobuna, cada mes salía más deteriorada de su encierro. [4]

Las malas perciben estas transformaciones con naturalidad. Camila crea un espacio donde varios mundos travestis coexisten. Estos eventos, fuera de la cotidianeidad, acontecen como una realidad tan absurda que puede considerarse fantástica. Es así, como Camila Sosa dirige al lector hacia la construcción de Natalí. Se exterioriza el dolor físico y emocional de este personaje, que se diferencia de lo humano, pero jamás abandona su identidad transexual.

Otro personaje emblemático es María la Pájara. En Las malas, se narra cómo María fue contagiada por el animalismo de Natalí. Ella pierde la capacidad para escuchar y hablar, de ahí su nombre María la Muda. Luego de ello, experimenta su transformación física cuando las plumas emergen de su piel. Cabe recalcar, que el rechazo de la sociedad hacia María no es por su transformación en pájaro, sino por su condición de travesti sordomuda.

Lentamente se había convertido en una pájara de plumaje plata oscuro. Al comienzo, sus quejidos de sordomuda tenían una potencia desoladora, era posible escucharla desde la mitad de la cuadra tratando de comunicarse con alguien. [5]

Natalí y María viven con su familia hasta sus últimos días, las malas siempre están con ellas.

Como se mencionó anteriormente, en Las malas lo mágico conforma uno de los varios hilos conductores de la novela. Sin embargo, lo sustancioso de su uso es cómo este movimiento literario se adapta desde la óptica del travestismo. El elemento mágico que emplea Camila Sosa comparte el impacto de una historia mucho más abarcadora, historia que afecta de manera distinta y hasta opuesta a sus sujetos productores. Estos sucesos sirven para afirmar la presencia y trascendencia de lxs travestis en la historia latinoamericana. Sosa se dirige hacia la ancestralidad que actúa como una reivindicación histórica desde el enaltecimiento de los rasgos particulares del travestismo.

La mezcla de realidad y fantasía no altera la naturalidad de la historia, son imágenes poéticas que ― al menos a mí ― me permitieron deslizarme en esta naturaleza, para encontrar en la obra un abrazo entre las malas y yo. Camila Sosa se apodera de las narrativas existentes, y las adapta desde el panorama transexual para de esta forma actuar en contra de la homofobia y transfobia que día a día se practica en nuestros alrededores. Camila no tiene límites, se apropia de cada uno de los signos, los hace suyos, y como resultado tenemos un destello de su vida personal. Tras culminar la novela, solamente quiero leer sus otras obras: Soy una tonta por quererte (2022), El viaje inútil (2019) y La novia de Sandro (2015). No sé si es su estilo o sus historias, pero Camila ya forma parte de mí.

Las malas es una historia de risa y llanto, de vida y muerte. Exhibe las consecuencias que implica vivir en el universo travesti. Es un grito desgarrador, cuyo eco nos pregunta: ¿pasará o empeorará? Es imposible leer la novela sin sentirse desolado ante el dolor de estxs seres. Todxs sufrimos, pero la diferencia es que quienes se esconden tras los estigmas genealógicos, sufren desde su privilegio.

Bibliografía:

Chang, María Laura. «La pandemia frenó su economía pero no los derechos de las mujeres trans en Argentina», Redacción, 2021, https://www.redaccion.com.ar/la-pandemia-freno-su-economia-pero-no-los-derechos-de-las-mujeres-trans-en-argentina/#:~:text=quedarse%20sin%20ingresos.-,Se%20estima%20que%20en%20Argentina%20hay%2040%20mil%20personas%20trans,nacional%20de%20identidad%20(DNI).

Mundo LR. «Transfobia en América Latina: lo que viven las personas trans en la región», La República, 2021, https://larepublica.pe/mundo/2021/07/04/transfobia-en-america-latina-lo-que-viven-las-personas-trans-en-la-region-atmp/

Sosa Villada, Camila. Las malas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tusquets Editores, 2019.

[1] Mundo LR, «Transfobia en América Latina: lo que viven las personas trans en la región», La República, 2021, https://larepublica.pe/mundo/2021/07/04/transfobia-en-america-latina-lo-que-viven-las-personas-trans-en-la-region-atmp/

[2] María Laura Chang, «La pandemia frenó su economía pero no los derechos de las mujeres trans en Argentina», Redacción, 2021, https://www.redaccion.com.ar/la-pandemia-freno-su-economia-pero-no-los-derechos-de-las-mujeres-trans-en-argentina/#:~:text=quedarse%20sin%20ingresos.-,Se%20estima%20que%20en%20Argentina%20hay%2040%20mil%20personas%20trans,nacional%20de%20identidad%20(DNI).

[3] Camila Sosa Villada, Las malas, (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tusquets Editores, 2019), 103.

[4] Sosa Villada, Las malas, 104.

[5] Sosa Villada, Las malas, 158.