Talía Falconí

 

Imagen 1: Rodaje de la película sigue Corriendo

Después de varias presentaciones de sigue Corriendo a nivel nacional (Guayaquil, Riobamba y Manta) quise iniciar una nueva fase: La realización de una videodanza basada en la obra coreográfica. Para ello, fue fundamental el apoyo de Diego Falconí, quien asumió la dirección de fotografía y junto con un grupo de estudiantes de la Escuela de Cine se incorporaron en el proceso de filmación y edición. El sonido y la música original estuvo a cargo de Federico Valdez, con quien he realizado proyectos de colaboración escénica desde hace más de diez años, y quien además estuvo muy cerca de este proyecto desde el inicio. 

Una de las preguntas que estuvo presente en esta fase: ¿Cómo trasladar el universo escénico al cuadro cinematográfico? Algo que me motivó a tomar la decisión de emprender esta experiencia cinematográfica es que la obra escénica sugiere un imaginario de mucha riqueza metafórica, mi objetivo fue repotenciar y enriquecer las imágenes trabajadas en la versión coreográfica a través del lenguaje audiovisual. Me pareció pertinente mantener el orden cronológico, la estructura y también las secuencias de movimiento de las situaciones desarrolladas en la obra coreográfica, para así no perder esa riqueza metafórica 

El espacio cinematográfico 

El reto de este proyecto consistió en trasladar lo percibido en vivo —en la escena— al cuadro cinematográfico. Ahora bien, la versión escénica evoca en el espectador un espacio imaginario subjetivo, mientras que en la versión cinematográfica los lugares que recorren se concretizan, se visualizan, se hacen realidad, evidentemente el lenguaje cinematográfico facilita el desplazamiento físico y geográfico de este grupo de jóvenes. En realidad, ahora realmente trotan/recorren de una geografía física a otra.   

Desde hace varios años empecé a explorar en el campo de la video danza, atraída por las cualidades visuales de ciertos lugares y por la posibilidad de habitarlos con cuerpos y movimientos. Casi todas mis experiencias audiovisuales habían sido concebidas a partir de espacios geográficos y locaciones específicas, no había trasladado previamente un trabajo coreográfico pensado para la escena al cuadro cinematográfico. Así que empecé el trabajo de diseño y adaptación de las secuencias de acciones coreográficas, junto con

Diego empezamos a buscar locaciones, y a imaginar ciertos planos y ángulos de la cámara para cada escena. 

Decidimos tres tipos de espacios donde filmar:  

-Espacios cerrados dentro de los recintos de la UARTES. (Sobre todo en el edificio de MZ 14). 

-Espacios públicos alrededor del Malecón del Salado, en Guayaquil. 

-Espacios naturales contrastantes, que contemplaron paisajes de la costa, de la sierra y del páramo ecuatoriano. 

El tiempo de rodaje generalmente es muy reducido, por lo que requiere de una máxima organización. Esa limitante me obligó a desmembrar el trabajo coreográfico para ser más eficaz y así aprovechar al máximo los tiempos de filmación, esto tiene el riesgo de limitar la experimentación porque no hay tiempo para probar distintas posibilidades. Así que, en cada una de las locaciones optamos por filmar muchas tomas de los distintos momentos de la obra coreográfica. Esto ayudó a recopilar un abundante material de imágenes que fueron tomadas en cuenta en el proceso de edición del montaje cinematográfico.

Imagen 2: Diario de trabajo sigue Corriendo

 

Imagen 3: Diario de trabajo sigue Corriendo

 

Imagen 4: Diario de trabajo sigue Corriendo

 

Imagen 5: Diario de trabajo sigue Corriendo

Los retos del intérprete 

La interpretación desde el punto de vista del bailarín está vinculado a las aportaciones creativas singulares, y está en estrecha relación con los sentidos que el coreógrafo intenta plasmar en la obra coreográfica. Trasladar las situaciones coreográficas al cuadro cinematográfico no es una tarea fácil, hizo falta que los intérpretes, comprendan la importancia de las intenciones y proyecciones de los movimientos en los pequeños detalles de los gestos de las miradas, o de los cambios y adaptaciones sutiles de posiciones en las conformaciones espaciales. Fue necesario mantener un espíritu de adaptación y de improvisación, ya que todo este trabajo se realizó in situ. Es decir, una vez que el espacio cinematográfico se concretaba y las cámaras estaban listas para filmar, enseguida se adaptaba el momento coreográfico con los bailarines, prácticamente sin tener un tiempo de ensayo.  

Adaptar las secuencias coreográficas en los espacios dentro de los recintos de la universidad fue un poco más sencillo. Filmar en espacios naturales implicó una capacidad inmediata de adaptación al terreno, al viento, a los pequeños insectos, a los animales que se atraviesan y a los climas extremos. Superficies desiguales de arena, rocas, hierba, matorrales, etc.  

La filmación de la película sigue Corriendo se realizó en los meses de junio y julio 2019. Todo el trabajo de organización, de logística y de producción necesitó varios meses de preparación. El rodaje fue realizado en fechas puntuales, se filmó durante todo un fin de semana en las instalaciones de la Universidad, y para cada espacio geográfico específico se dedicó un día completo (incluyendo el traslado a las locaciones dentro y fuera de Guayaquil). 

Imagen 6: Rodaje de la película sigue Corriendo
Créditos de la película 

Dirección y coreografía: Talía Falconi 

Dirección de fotografía: Diego Falconí  

Sonido y música original: Federico Valdez 

Edición: Brayan Santiago Cadena Yambay 

Intérpretes: Juan Chávez, Ronald Mejía, Khrystel Ortiz, Jimel Palacios, Ronny Tabango, Ivanna Ricardo,  

Leslie Veliz. 

 

Operador cámara 1: Brayan Santiago Cadena Yambay 

Operador cámara 2: María Emilia Vega Miranda 

Operador cámara 3: Jonathan Geovanny Muñoz Mera 

Sonido directo: Andrea Gabriela Portillo Guamialamá 

Asistente de sonido: Sajid Nicolay Agila Aulestia 

Coordinador de edición: Diego Falconí  

 

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