Ventana abierta – Diario de un joven compositor en París (VI)

Juan Arroyo

Donaueschinguen, domingo 17 de octubre del 2021 

Acertijo sobre los Incas o no, mi intuición me pidió a gritos que le escuche. Caminamos hasta encontrar un bar propicio para la conversación, en el bulevar Sebastopol, a unos pasos del IRCAM. Nos acompañó Vincent Trollet, compositor francés y amigo con quien dirijo el ensamble Regards. 

 ­­— Pfff ! Non ! ¡No es un acertijo! Lo que quiero decir es: ¡Sería genial revisitar los Incas del Perú de Jean-Philippe Rameau, pero esta vez sería un peruano! ¡Tú! ¡el que escribe sobre Rameau y los Incas! 

 Mientras Gilles argumentaba su idea, mi mente trataba, de manera polifónica, de recordar el argumento de Los Incas del Perú de Jean-Philippe Rameau. El argumento se desarrolla en un paraje montañoso del Perú, a los pies de un volcán. Sus personajes son Don Carlos, un oficial español, Phani-Palla, una joven princesa nativa y Huáscar, un sacerdote Inca. Ellos recrean una historia de celos, amor y odio en la cual el Inca provoca la erupción del volcán durante una fiesta para probar que los dioses son favorables a su unión con Phani Palla. Paradójicamente, Huáscar muere víctima del cataclismo, mientras que Don Carlos resulta ileso, liberando a Phani-Palla con quien se une en matrimonio para siempre. 

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 Estimado Juan Arroyo, 

 Mi nombre es B.G. y soy el director artístico del festival de Donaueschingen. Como ya le habrán dicho, nos gustaría preguntarle si podríamos encargarle una nueva pieza que se estrenará en Donaueschingen el próximo octubre. Para nosotros sería un gran placer que usted sea nuestro invitado en Donaueschingen el próximo año. El estreno de vuestra obra estará a cargo de dos conjuntos latinoamericanos: Maleza de Bolivia y CG de Colombia. La pieza deberá durar de 15 a 20 minutos…   

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 —Te explico mejor. En tanto que peruano, en este exotismo fáctico, espera, mmmmmm… 

Voilà! Espera, mmmmmm… Lo voy a decir de otra manera… Rameau, en tanto que francés, utiliza un artificio fáctico y exótico para explorar su propia paleta. Por otro lado, la posición del peruano con respecto a Rameau es como una posición similar a la de Canteloube con los Cantos de Auvergne. Es decir, utiliza un material popular para ampliar el espacio del repertorio de la música clásica. Es decir, eeeeuh… como un Bartok… 

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 Estimados José Sosaya, Juan Arroyo y Canela Palacios 

 Estoy muy contenta de ponerme en contacto con todos ustedes para nuestro proyecto Donaueschingen Global. 

 Se les ha invitado a componer una pieza para la edición de los 100 años de Donaueschinger Musiktage 2021 que será interpretada por los ensambles Maleza y CG. El concierto es parte de un extenso proyecto de investigación llamado «Donaueschingen Global». Estamos muy contentos de que hayan aceptado la invitación. 

 El concierto que estamos planeando es muy especial para nosotros y me gustaría invitarles a una sesión de zoom en la que explicaremos más sobre el proyecto Donaueschingen Global, nos conoceremos y conoceremos el método de trabajo de Malezas y CGs 

 K.H. 

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 Después de los anuncios, las presentaciones, las notas de intención y el trabajo de exploración con los músicos, llegó el momento de la verdad. Delante del pentagrama vacío, dibujado en la hojita que reposaba sobre mi mesa de trabajo, el viaje comenzó sin dar aviso. Sí, finalmente fue aquí que comenzó el verdadero viaje. Desde siempre quise escribir una pieza para instrumentos latinoamericanos y occidentales. De hecho, si me lo preguntasen, no sé por qué no lo hice antes. 

 ¿Habré inconscientemente esperado una ocasión como ésta? 

 Es muss sein! 

 Me es imposible dar una descripción detallada de las sensaciones e ideas que atraviesan mi mente cuando alguna cosa estimula mi imaginación, pero les puedo decir que mi estado de alerta se activó súbitamente. Mi mente voló sin despegue alguno y empezó a darme un desfile de ideas e imágenes a toda velocidad. Empecé a improvisar con las flautas recién llegadas de Bolivia que Miguel Llanque, amablemente, me envió. ¡Qué increíble sonoridad! Cada nota se dislocaba de su octaviación, en micro tonos, creando un reino de escalas paradójicas que acariciaban la disonancia sin tensión alguna. El vértigo, provocado por la sensación de salir de mi zona de confort, volvió a ser un placer adictivo. De esos placeres que te matan. Muchos colores en un cierto estado líquido invadían un lienzo creado en mi mente. Mezclándose entre sí, exhibían formas que se diluían al instante mismo de su concreción. Los vientos y las cuerdas se entrelazaban creando texturas homogéneas de las cuales de tiempo en tiempo florecían figuras reconocibles y memorables. El bombo sinfónico irrumpió de la nada como un latido, luego como un quejido, luego como un punto, luego como una coma, hasta volverse la Tierra temblando o la lava de un volcán tragándoselo todo. Finalmente, esa idea terminó cediendo paso a otras y de pronto apareció ella.  

 Su voz era aquella del murmullo del viento en las altas planicies a más de 3000 metros de altitud. Su susurro, dulce y cariñoso, vino a apoderarse de mí, posándose en mi hombro y cantándome al oído todos los recuerdos de un arrullo secreto que me obsesiona desde el crepúsculo de mis días. Su voz también me recordaba la de muchas y la de tantas. A lo mejor la de demasiadas. Nuestros amores y nuestros desencuentros. ¡Qué sé yo! No creo que se pueda componer algo de la nada. Aquel desfile de ideas era como aquellos recuerdos que te invaden cuando piensas que te vas morir. El recuerdo de sus acentos, sus matices, sus caracteres, sus prosodias, sus voces en todos los registros, sus voces en todos los idiomas, sus voces en todas las palabras, era por fin encontrar un fin a todo lo vivido. Así, me hallaba solo, en un estado segundo y ansioso de poder fosilizarlo todo en la partitura. Sí, esa hojita de papel con signos “musicales”, que la mayoría de personas no entiende, cuenta muchas más cosas que una trivial organización armónica, melódica, dinámica o tímbrica. Esos signos son trazos de vida. 

 Emocionado, viendo el caos dialogar conmigo, las preguntas me invadieron acorralándome en un callejón sin salida. ¿Cuál es tu forma? ¿Cuál es tu color? ¿Qué camino tomamos? ¿Qué estás cantando? ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos instrumentos te tocan? Algunas veces encontraba respuesta agotando las alternativas que se me presentaban, pero ninguna de esas opciones era ajena a mi experiencia. Paul Celan decía «Nunca escribí una línea que no tuviera que ver con mi existencia» y yo me encuentro perfectamente en lo que dice. 

 

¿Reescribir Los Incas del Peru de Rameau? ¿Para qué? Al contrario, es un excelente punto de partida para iniciar un viaje nuevo y alternativo. No aquel del eterno retorno al añorado pasado ni aquel de un falso “redescubrimiento” de la música de los Incas. Sencillamente una bella coartada para liberar la escritura. 

 ¿Partir de Los Incas del Pe de Rameau? Sí, pero no para reivindicar una esencia o pertenencia. La obsesión de concebir la identidad como algo estático nos termina convirtiendo en piezas de museo. Ella estereotipa nuestra creación transformándola en un producto presto para el consumo de turistas sugestionables e iracundos nacionalistas. 

 ¿Cuestionar Los Incas del Pe de Rameau? Sí, porque después de escuchar tantos consejos, tantos comentarios, tanta pose musicalizada me digo, ¡Basta de obras “tarjeta postal”! En un territorio tan extenso y multicultural, la apropiación cultural que practican ciertos artistas termina siendo aberrante. Nos cosifica. Esos catálogos están plagados de viajes escolares. La cursilería de vitrina de aeropuerto no ha hecho más que exhibir la miopía que guía cada una de las escalas pentafónicas que adornan ciertas previsibles y soporíferas partituras. ¿Todo esto por qué? Porque la música no tiene fronteras y porque «nadie atestigua por el testigo», como dijo alguna vez Paul Celan.   

 Después de vivir esta catarsis, cual antena de radio y en un estado de posesión que me es familiar, empecé a encontrar las respuestas para la escritura de mi nueva obra. Reinventar el rol de Phani-Palla, crear cuatro cantos en cuatro idiomas distintos, contando cuatro historias paralelas. Componer una pieza de concierto que actúe también como una escena de ópera, amplificar los músicos, crear variaciones del libreto original, utilizar todos los registros de la soprano, dar un rol escénico a los músicos, etc. Cada canto expresa una dimensión paralela del devenir de Phani-Palla, librándola de la determinada y tediosa forma, frágil y sumisa, que su personaje le impone. Su nuevo nombre, Wayra, lo resumirá todo. Wayra como el Aria de Ópera, Wayra como tu voz y la de ellas disuelta en el viento. Wayra enamorada, Wayra libre, Wayra diferente, Wayra sola, Wayra amante, Wayra dueña de su destino. El argumento de la obra es una sola mujer y los distintos desenlaces posibles de su relación con Don Carlos y Huáscar, personajes que Rameau imaginó hace más de dos siglos. 

 En ese momento, delante del pentagrama dibujado en la hojita que reposaba sobre mi mesa de trabajo, rodeado de anhelos, rumbos y fantasías, supe con certeza y ansia que iba a estar ausente por mucho, mucho, pero mucho tiempo. 

 Tschüss! 

 

Continuará…  

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