Juan Arroyo

Paris, miércoles 18 de agosto del 2021

Fernando Montenegro me ha enviado un mensaje. Me propone escribir una bitácora para un blog donde va ir compartiendo la experiencia creativa de diversos artistas. Debo admitir que esta idea me intimida un poco, pero a la vez la encuentro curiosa y desafiante. Muchas veces cuando escribo música tengo la sensación de estar perdido en un limbo, desconectado totalmente de la realidad. Mientras voy asociando ideas musicales me sucede que me encuentro con personas que me hablan o saludan y que escucho como si sus voces tuvieran eco, mensajes que llegan y esquivo con la mirada, almuerzos que terminan siendo cenas, el café que se congela de esperarme sobre la mesa, el cumpleaños atrasado de un amigo que con pena sigo postergando por ganar unos minutos de escritura. Un sin fin de detalles que circundan mi cotidianidad, que se van almacenando en alguna parte de mi cabeza y de los cuales solo termino de percatarme cuando regreso de mi viaje mental. Siempre me he preguntado si todo ello tiene alguna repercusión en lo que escribo.

Una vez, durante una reunión con mi banquera dejé mi cuerpo sentado en la silla de su oficina y me fui de viaje. Estaba demasiado sumergido en la escritura de una nueva pieza y mi imaginación no dejaba de generar música. La señorita del banco me atendió muy amablemente y pasó una media hora explicándome pacientemente porque debería abrir una cuenta de vida en su banco. Comenzó el discurso de venta hablándome de la alta rentabilidad de la cuenta, de la tasa de crecimiento a largo plazo, de prever antes que lamentar. Finalmente habló de los beneficiarios de mis ahorros en caso yo muriese. Fue en este preciso momento que mi viaje se interrumpió abruptamente, volví a la realidad en un aterrizaje forzoso en la silla de su oficina y pregunté: «¿Y qué pasa si no me muero?» Debo confesar que no solo ella estaba desconcertada por mi pregunta, yo también. ¡Tremendo aterrizaje mental!

Tartamudeando, con los ojos bastante abiertos y alzando los hombros a la altura de las orejas me respondió: «Lamentablemente no hemos previsto una eventualidad como esa y tendré que preguntar a mi jefe».