Por Lisseth Valdiviezo

 

Empieza el viaje

Estaba sentada viendo el mar, porque yo vivo en la isla Isabela en Galápagos, y acababa de dar un taller virtual a mujeres artistas de distintos países de Latinoamérica y me sentía EXHAUSTA pero dichosa. Decidí que era hora de darme un regalo a mí misma por todo el gran esfuerzo que había realizado el último tiempo, confieso que llevaba unos meses de workaholismo extremo y una parte de mi me pedía parar o al menos moverme de lugar y conectarme con mi ser creadora. Con unos ahorritos que tenía decidí comprarme el vuelo a Europa, aún no tenía la visa, ni había planificado a los países que llegaría, pero el hecho de tener asegurado el vuelo me impulsaba a mover cielo, mar y tierra para que la gira suceda. Compré mi vuelo para el mes de agosto, destino inicial: Málaga. Con mariposas en la panza grité y celebré conmigo misma el cumplir esta meta. Aunque en años anteriores ya había viajado a Europa con mi proyecto, lo había hecho con mi compañero. Esta sería la primera vez que viajaría sola así que todo un desafío se avecinaba hacia mí. Sacar la visa fue, como siempre, lo más desagradable de todo, tener que demostrarle al «primer mundo» que no me voy a quedar en su país a trabajar de ilegal es una tarea que conlleva demasiada paciencia. Estos procesos absurdos inventados por señores de corbata que odian a los migrantes, me recordaron el sistema en el que vivo y los des-privilegios que tengo al ser latina y más aún, al ser ecuatoriana. Tenía miedo que me negaran la visa, pero gracias al poder de Artemisa o Quetzalcoatl o quien sabe si a mi suerte de perro, me la dieron. Con visa en mano ya el sueño empezaba a tener patitas.

Abril, mayo, junio y julio me la pasé tocando las puertas de muchos lugares, quería viajar por Europa llevando mi música y mis talleres para mujeres, escribí decenas de correos electrónicos a cuanto centro cultural, bar, casa ocupa o colectivo encontré en google. No todos respondieron, pero cuando los pocos interesados respondían me saltaba el corazón y me motivaba a seguir perseverando.

Agosto 2 llegó, y mi vuelo salía a las 15:00 desde Quito hacia Panamá, de Panamá a Ámsterdam y de Ámsterdam a Málaga. Tenía confirmados 6 lugares donde presentarme y hacer talleres en Bélgica, España y Alemania. Con mi mochila roja por todo equipaje aterricé en Málaga el 3 de agosto a las 22:00. Mi mejor amiga me esperó en el aeropuerto y con su cálido abrazo empezó mi viaje. Con 700 euros viaje en el bolsillo y el resto apelé a que me tenía que ir bien sí o sí en mis talleres y presentaciones porque solo así podría sostener el viaje de 2 meses que planeaba. Suelo ser muy avezada y confiada en el destino y en la suerte.

Primera parada – Bélgica

En Málaga pasé 3 días turisteando un poco y echando lengua con mi amiga que no veía hace 2 años, nos igualamos todo lo que pudimos y tomé fuerzas para ir a mi primer destino con fines artísticos: Bélgica, concretamente en Amberes. Coordiné brindar un taller para mujeres con un hermoso colectivo llamado Mi ciclo mi poder, liderado por Giske, una fascinante mujer boliviana, saxofonista, cantante y estudiosa de las culturas.

Giske me abrió sus puertas como se le abre a una hermana, me recibió con una calidez que me auguró felicidad garantizada en el resto del viaje. Ella en conjunto a Mundana un centro cultural latinoamericano en Bélgica y liderado por un artista y ser humano maravilloso llamado Javier (ecuatoriano, por cierto) armaron mi taller de memorias uterinas para mujeres y una presentación con mi proyecto musical Dessliss. Participaron en mi taller 10 mujeres de diversos países de Latinoamérica. La presentación musical la hice al aire libre a las afueras del centro cultural Mundana y fue público latino y belga, comprobé que la cumbia psicodélica hace mover la cadera hasta al más tieso.

Segunda Parada – Berlín

Llegué a mi ciudad favorita del mundo en el atardecer de un 16 de agosto. En principio aquí iba a realizar un taller y una presentación musical, pero gracias a las fuerzas universales del cosmos, la acogida de la gente y la red de contactos que fui armando, terminé haciendo 4 talleres y 4 presentaciones musicales. Reafirmé que Berlín es la ciudad donde algún día quisiera ir a vivir, me encanta el arte y el movimiento contracultural que se respira allí. Me sentí enormemente agradecida por cómo recibieron a mis talleres de memorias uterinas las mujeres hispanohablantes que han hecho patria en Alemania y me sorprendí aún más de los aplausos calurosos del público asistente que bailó al son de mis cumbias y raps.

Tercera parada – Hamburgo

Llegué a la casa de Miriam, una activista ecuatoriana maravillosa, quien forma parte del colectivo Hamburgo-mujeres en movimiento, junto a ella y sus maravillosas compañeras, pudimos coordinar dos presentaciones mías, una, en el pequeño festival o Solyparty a favor de los pueblos latinoamericanos en resistencia que fue en una calle céntrica de Hamburgo a las afueras de una Casa Okupa. Compartí escenario junto a otrxs artistazas. Bailaron al son de la cumbia y movieron las manos al son del rap. Junto a Mirian y su colectivo también realizamos un taller de memorias uterinas que fue realmente sanador para mí, escuchar aquellas historias de violencia y los procesos de resiliencia creo que ha sido una de las cosas más fuertes y conmovedoras que he podido experimentar. Recuperar y reivindicar los círculos sanadores de mujeres son súper necesarios para recordar que: SOMOS NIETAS DE LAS BRUJAS QUE NO PUDIERON QUEMAR

Cuarta Parada – Bremen

Aquí me recibió Moira, una estudiante de teatro chilena, gran gestora y fanzinera, pudimos coordinar la realización de un taller en un bello espacio llamado La casa rosa. acudieron 15 mujeres de diversas latitudes, todas hermanadas por el deseo profundo de sanar, abrazar, acompañar y soltar. Qué lindo fue conocer a Moira porque caí en cuenta que todo el viaje había sido amparada, cuidada y querida por mujeres que me abrieron las puertas de sus casas y sus corazones.

Quinta parada – Madrid

Para continuar la magia de las hermanas mujeres que me salvaron la vida en este viaje, llegó Cami, una amiga de un amigo de una amiga. La conocí por pura casualidad virtual y resulta que hace poquito ella se había inscrito a uno de mis talleres virtuales. Es una extraordinaria bailarina de salsa y tiene un corazón de oro que te hace amarla desde el primer instante. Cami me acompañó a mi show en Madrid en un lugar llamado La Parcería, un espacio cultural gestionado por Johan, un colombiano melómano y amante de las empanadas. Me moría de miedo de presentarme allí, porque vi que han tocado los duros del arte independiente y es un lugar que convoca bastante gente así que tenía mucho temor de no estar a la altura, pero nuevamente y para consuelo de mi alma: ¡felicidad pura! La gente quedó absolutamente feliz e incluso me pidieron: ¡otra, otra! Yo apenas tengo 5 temas musicales así que no pude hacer más que agradecer y prometer volver el siguiente año con un show más largo y recargado.

Al día siguiente de mi show en La Parcería viajé a Toledo (un pueblo a una hora y media de distancia de Madrid) allí fue un poco triste porque no hicieron nada de publicidad y apenas llegaron 5 personas. Y es triste porque no es divertido dar un show para tan poca gente, pero lindo porque las pocas personas que asistieron la gozaron mucho, este tipo de situaciones me recuerdan bajar a tierra y saber que el camino del arte es duro, lento y de muchísima perseverancia.

Sexta Parada – Catalunya

Aquí fue el único lugar donde no brindé talleres ni presentaciones artísticas, aquí simplemente me permití ser una niña curiosa que disfrutó de asistir como público a la 35 edición de la FERIA DE TÁRREGA. Sentí envidia por la existencia de ese festival tan hermoso en Catalunya y que no exista algo así en Ecuador. Literalmente eran 4 días en los que pude ver teatro en todas sus formas, colores, olores y sabores, miles y miles de personas en las calles mirando espectáculos al aire libre o en teatros. Una programación extraordinaria y la constatación de que el arte es lo que quisiera hacer toda mi vida.

Séptima y última parada-Málaga 

Me despedí de este viaje por Europa brindando mi último taller en la ciudad a la que llegué, esta vez me recibió otra Moira -qué lindo nombre-, ella es una alemana preciosa, conectada a Latinoamérica profundamente y estudiante de partería en la tierra de «El Kanka» aquí brindé mi taller de memorias uterinas a orillas del mar mediterráneo en una playa preciosa llena de pinos. El atardecer nos abrazó el último momento con el cual honré y agradecí todo el aprendizaje gigantesco que acababa de experimentar durante los dos meses que duró mi viaje.

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Regreso a Casa

He vuelto a casa, estoy de nuevo en las Islas Galápagos, al principio sentí que solo llegó mi cuerpo y mi mente seguía en Málaga tomando cerveza y escuchando flamenco. Ahora mientras veo el mar creo que siento que ya acaba de aterrizar mi alma y con ella, las infinitas ganas de planear mi nuevo viaje, mi próxima gira artística, llevar más canciones, más talleres, más hambre de conocimiento. Me he demostrado a mí misma una vez más que SÍ ES POSIBLE VIAJAR CON TU ARTE, los 700 euros con los que viajé se multiplicaron y aunque no vine con muchos ahorros, agradezco que el viaje se haya pagado solo y sobre todo, que me haya dejado con puertas abiertas a volver con más fuerza el siguiente año.