Darashea Toala Vera
«Y, ¿qué hay detrás del cotidiano que no me deja verte?»
María Coba, 2025
Metabolismo coreográfico: Bitácora de paisaje en tránsito es la propuesta de investigación-creación de Tamia Sánchez, en la que Cipru, un pequeño árbol de pino, nos guía a través del proceso de su muerte. En ese recorrido, Cipru se transforma en un cuerpo-testigo que, desde su fragilidad, absorbió las consecuencias de nuestra forma de habitar y resistir —marchas, protestas y decisiones estatales atravesadas por la negligencia— que sacudieron la ciudad de Guayaquil en el 2024 e inicios del 2025 y se entrelazaron con el transcurso de su vida. Un organismo expuesto y vulnerable.
Durante la propuesta, Sánchez nos relata cómo fue su encuentro con Cipru. Un día llegó a sus manos como regalo de sus estudiantes, pero con el tiempo comenzó a marchitarse, quizás por exceso o por falta de agua. Frente a esta pérdida, Sánchez se pregunta y nos pregunta: ¿cuál es la atención justa para escuchar el mundo vegetal? A partir de esta inquietud, pensé en las palabras que acompañan la obra: metabolismo, paisaje y tránsito. Cada una se manifiesta simbólicamente en los elementos que estructuran la propuesta: Cipru, como cuerpo vivo que se modifica; Guayaquil, como territorio urbano que condiciona la vida; y la mirada, como ese umbral entre lo consciente e inconsciente, donde se halla otra forma de saber, de sensibilidad y de relación con el mundo.
La propuesta se abre con un sueño. Allí se despliega el campo del inconsciente, una mirada despejada que logra percibir lo que la rutina borra. Además, el sueño se presenta como una forma azarosa de deconstruir la cotidianidad para mirar más allá. Ese más allá, leído como lo afectivo, lo olvidado o lo reprimido, nos revela un mensaje que proviene de nuestros instintos más libres: una energía que al liberarse de la conciencia, da lugar a lo inconsciente y amplifica ese murmullo silenciado de lo vital, el cual reabre la posibilidad de percibir esas señales tenues y esenciales que normalmente pasan desapercibidas.
Esta apertura onírica permite una nueva sensibilidad, una disposición distinta para mirar a Cipru. Entonces, lo vemos no solo como un árbol, sino como un espejo vegetal de una ciudad que también se marchita, de un tejido urbano desgastado. Ese mismo entorno que lo aprieta, que lo deja sin espacio ni nutrientes, corroe de forma paralela la vida social y física de Guayaquil. El cotidiano se vuelve opaco, ya no deja ver al otro, al mundo ni a uno mismo. En medio de esta reflexión, me detengo a pensar en cómo ciertas rutinas anestesian la percepción, y me pregunto: ¿qué hay en mi forma de vivir, en mi día a día urbano y apurado, que me impide verte como ser, como vida, como tú, querido Cipru?
Emanuel Coccia menciona: «No somos habitantes de la tierra; habitamos la atmósfera […] todo se comunica, todo se toca y todo se extiende». Partiendo de esta idea, la propuesta dialoga con atmósferas, climas, hojas y rastros como pulsaciones de una interconexión entre lo vegetal, lo animal y lo humano: cuerpos distintos que comparten el mismo aire, coexisten en un mismo entorno y se afectan mutuamente en sus modos de vivir. En esa lógica, las plantas no están separadas del mundo, son el mundo respirando. Como dice Coccia «La fotosíntesis no es más que el proceso cósmico de fluidificación del universo». Aún así, vivimos sumidos en una ceguera cultural hacia lo que no se mueve, no habla y, por tanto, no exige. Cipru nos recuerda que somos parte del mismo flujo, del mismo tránsito de energía, de la misma vulnerabilidad ante un mundo que hemos endurecido para sobrevivir.
La muerte, dentro de la propuesta, se vuelve metáfora. Al asumir su final, se reconoce también el de un territorio que esconde sus verdades y solo queda un metabolismo lleno de restos y sombras, abrigado por una gran membrana porosa, abrigado por la muerte. Una presencia que se expande en un espacio sin bordes, imposible de contener. Cuando Cipru se seca, la ciudad se oscurece y nos olvidamos de cómo sentir y de cómo escuchar. Perdemos la sensibilidad colectiva y se desvanece toda capacidad de empatía y atención.
No ver a Cipru como realmente es —un termómetro de la honestidad del territorio— constituye reaprender a mirar con otros ojos, a escuchar lo que no habla, a percibir lo que la costumbre nos ha enseñado a pasar por alto. Si nos detenemos a observar, surge una pregunta inevitable: ¿qué revela el territorio si lo dejamos hablar? Tal vez una ciudad que ya no respira con libertad, un lugar donde algo esencial se está secando. Entonces, Sánchez repite en compañía con otras voces: “Y un día la lluvia; y un día la poda; y un día la mirada sobre el espacio inaccesible”. Llanto, pérdida, resistencia.
En uno de los momentos, Sánchez alumbra a Cipru en la oscuridad y su sombra se proyecta sobre la pared de papel que recubre la escena. “La siguiente canción va dedicada para el espacio inaccesible, ese espacio, espacio imposible de ser conquistado”, dice. A continuación, comienza a cantar “Eres para mí” de Julieta Venegas. Una de las frases resuena varias veces: “Tú eres para mí, yo soy para ti. El viento me lo dijo con un soplo suave”. Estas palabras se potencia con lo anterior y nos recuerdan que Cipru y nosotros —la ciudad y lo vegetal— formamos un solo flujo, una pertenencia compartida. Si el viento confirma que “eres para mí”, entonces reconocer a Cipru implica también asumir la responsabilidad de corresponderle.
Y, en ese acto de correspondencia, se muestra la urgencia de cuidar y sanar una ciudad que está muriendo, de abrir los sentidos y transformarnos para evitar que la fragilidad de Cipru, y de Guayaquil, se convierta en un abandono definitivo. Finalmente, la propuesta de Sánchez nos invita a mirar con honestidad, a escuchar con atención, y a actuar con compromiso para reconstruir ese vínculo entre territorio, vida y comunidad.
Bibliografía
Coccia, Emanuel. «En pleno aire: ontología de la atmósfera». En La vida de las plantas: Una metafísica de la mixtura. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2017.
Información de la propuesta
Sinopsis: Metabolismo coreográfico: Bitácora de paisaje en tránsito es un trabajo construido alrededor de la descomposición de una planta, se construye una bitácora que, como señal radial, atrae los restos de las formas de vida en resistencia.
Investigación y puesta en escena: Cipru, espacio inaccesible y Tamia.
Antenas de lo vivo (colaboradoras en la investigación): María Coba, Marcela Paucar, Cristina Cardona y Evelyn Barro
Voces acompañantes: Darashea Toala Vera, Juan Bautista Paucar
Apoyo externo: Juan Bautista Paucar
Tutor: Esteban Donoso