Melody Noboa
Cada cierta época del año, todos los cines del Ecuador se llenan de fanáticos que esperan la hora de entrar impacientemente a las salas. Quizás deba ser más específica: pensemos en las aglomeraciones de los fanáticos de Marvel y Disney; imaginemos que estuvieran reunidos fuera de los cines con outfits y maquillaje planeados hace semanas o con mercancía casera para vender en el mall, pequeñas fotos de cartón que tienden a intercambiar o linternas probablemente demasiado caras a las que llaman lightsticks. Tienen muchos nombres, entre ellos «lunáticas» o «pubertas ridículas», pero el nombre correcto para estas personas es K-Pop stans[1]. Se trata de una comunidad que ha estado creciendo con el tiempo en nuestro país; no obstante, surge la duda sobre cómo y por qué llegaron a tener tanto alcance de nuestro lado del globo, específicamente en el territorio ecuatoriano donde nuestro arte y cultura son teóricamente distintos.
En primer lugar, ¿cómo podemos definir el K-pop? ¿Qué, siquiera, es o significa? El nombre es ya su propia redundancia; pop coreano o al menos esa es la definición sencilla. Si fuera estrictamente de pop producido en Corea, para coreanos y por coreanos, no existirían idols[2] extranjeros (japoneses, estadounidenses, australianos, incluso latinos) o los sencillos en otros idiomas —generalmente en inglés, pues Estados Unidos es uno de sus mayores mercados.
Para darle crédito al género, su intención inicial jamás fue expandirse por el globo. Contrario a la creencia popular en nuestro lado del océano, los cimientos de este género musical empezaron a establecerse al inicio de los noventa. Seo Taiji and Boys debutó en 1992 como un trío enfocado en el hip-hop, pero incorporando letras coreanas con composiciones similares a las estadounidenses. Se suponía que ese era el objetivo principal de su nuevo género: encontrar el perfecto punto medio entre el ritmo de la música occidental con letras coreanas, haciendo uso de una estética llamativa para los medios. Al ser un concepto único y refrescante en el mercado, la industria del entretenimiento no tardó en unir un punto con el otro: si su popularidad les precedía, debía ser porque habían encontrado la fórmula del éxito, por lo que distintas compañías no perdieron la oportunidad de colgarse de la tendencia y cambiar sus horizontes a este género.
Así se dio inicio a la primera generación de grupo (1992 – 2003) con bandas como H.O.T, Young Turks Club, DIVA, entre otros que al momento se encuentran ya sea inactivos o con carreras separadas entre los miembros. La segunda generación (2004 – 2011) mantuvo la misma fórmula mientras testeaban las aguas con conceptos un poco más atrevidos. Esta generación consistió en grupos como SUPER JUNIOR, Girl’s Generation, KARA, SHINee y muchos otros más, que siguen activos en la actualidad y son unos de los pioneros que llevaron el género a la expansión fuera de su país.
La tercera generación (2012 – 2017) consta con bandas como EXO, SEVENTEEN, TWICE y, quienes son conocidos globalmente por haber pavimentado el camino del éxito para el resto de sus colegas, BTS, que alcanzaron la fama mundial. La cuarta generación (2018 – 2022), una que acabó hace poco y cuya popularidad se encuentra en pleno apogeo, cuenta con grupos mundialmente reconocidos como TOMORROW X TOGETHER, ENHYPEN, Stray Kids, AESPA y otros, que actualmente se encuentran liderando los charts de streams y ventas tanto nacionales como internacionales. Hoy incluso podemos hablar de una quinta generación que arrancó con fuerza el año pasado y viene haciendo justicia a sus predecesores, pues han demostrado tener un gran alcance y un grupo de fanáticos estable a nivel global.
La única diferencia entre estas cinco generaciones es la evolución de la fama mundial que se empezaron a alcanzar con el pasar del tiempo gracias al éxito de Gangnam Style en el 2012 y la influencia de BTS a lo largo de su carrera.
Fuera de ello, todos estos grupos pasan por el mismo proceso; son reclutados en la calle por cazatalentos que buscan personas atractivas con posibles habilidades para la música y el baile —tampoco importa mucho si no las tienen: las empresas están conscientes de que un diamante se puede pulir bajo presión—, en audiciones que convocan a personas dentro o fuera del país —en el caso de las audiciones en línea para extranjeros—, o en programas de supervivencia donde ejecutivos y el público deciden quiénes merecen debutar en un nuevo grupo. Luego de tener suficientes personas reclutadas, inician un proceso de entrenamiento donde se convierten en trainees, nombre conocido en la industria para denominar a aquellos que acaban de vender su alma por una oportunidad de convertirse en idols. Tras años de un proceso deshumanizante donde los van eliminando uno a uno, y una deuda que no podrán pagar hasta dentro de un par de años trabajando en la industria, una cierta cantidad de trainees pasa todas las pruebas y son elegidos para hacer su debut en un grupo de K-pop.
Ahora bien, si todo el pop coreano proviene del mismo saco de arena, ¿por qué estos grupos son tan famosos fuera de Corea? Ver una y otra vez la misma fórmula con personas distintas debería ser aburrido a la larga, ¿no? Son solo personas atractivas que cantan y bailan canciones más o menos predecibles y genéricas en un escenario, no es como no podríamos encontrar eso en Latinoamérica o en nuestro país, ¿verdad?
Quizás eso sea cierto, pero estas empresas no se valen solo de buena música para promocionar a estos idols. No te venden una canción con buen ritmo, una estética atrayente o una coreografía minuciosamente elaborada. No. Lo que venden no es solo un grupo y su música, sino una experiencia.
Al momento en que te conviertes en fan de un grupo de K-pop, tienes a tu disposición a un grupo de chicos o chicas que quieren alcanzar su gran sueño contigo. Mientras la empresa reciba dinero, tú eres el centro de todo; el amor incondicional de estos idols es tuyo, tienes voz y voto para cambiar cualquier cosa que te incomode con un reporte masivo de emails, te alimentan con la idea de que estas personas increíblemente atractivas jamás tendrán una relación sentimental con alguien porque contigo les basta, te regalan tickets para fansigns[3] o videollamadas con los idols si compras suficientes álbumes. Por otra parte, todos los premios que ganan son exclusivamente gracias a tu apoyo. Es más, incluso puedes ver un concierto en vivo desde Corea en tu casa y con distintos ángulos si tienes suficiente dinero para pagar el boleto de la transmisión.
Claro está que el fanservice y la profunda relación parasocial que las empresas promueven no es la única clave de su éxito. También conocen a su audiencia. Saben qué tipo de letras y melodías componer para hacer que te sientas identificado, el tipo de coreografías que te harán volar la cabeza y los conceptos que te urgirán a comprar los álbumes. Porque sí, el K-Pop también se trata de contenido; los productores jamás se quedan sin algo que te puedan vender. Por cada comeback[4] te venden una versión diferente del mismo álbum y dentro de este no solo encuentras un CD: se trata de un póster por concepto, un álbum de fotos por concepto, un cancionero por concepto, una foto postal por concepto, una lámina de stickers por concepto, una photocard —una pequeña foto de cartón que se puede llegar a re-vender hasta por cerca de 100 dólares dependiendo del idol y el álbum— coleccionable por concepto y, si alcanzas a comprarlo durante preorden, un regalo enviado directamente por la empresa por haber confiado en ellos.
Eso si solo nos limitamos a los álbumes, porque también te pueden ofrecer un lightstick[5] por grupo, mercancía por cada vez que uno de tus idols favoritos cumplen años, DVDs de los conciertos con álbumes de fotos y más photocards para que no sientas que te perdiste de algo; membresía en su sitio web oficial para que puedas acceder a contenido exclusivo. La lista de productos es interminable. Las empresas saben que los álbumes se venderán como pan caliente si incluyen un recorte de la ropa usada por los idols y no les da vergüenza aprovechar esa oportunidad, no dentro de una industria tan competitiva.
Sin embargo, aunque se entiende el atractivo alrededor del fenómeno del K-Pop para los fanáticos internacionales, ¿cómo explicamos el interés y el alcance latinoamericano del K-pop, específicamente en el Ecuador, si no todos tienen el dinero para unirse a la experiencia que venden las empresas que los venden? Probablemente vale recordar el fanservice y la fórmula estratégica de su producción musical nos brinde algunas respuestas, pero no todas. En un país donde ha resultado difícil incentivar a los jóvenes a formar parte de la cultura, ¿qué tiene este género que hace lucir tan sencillo este?
Si bien el K-pop luce como un concepto bastante superficial, la verdad es que existe un intercambio cultural cuando una persona decide convertirse en fan. La forma en que se realiza la interacción es lo que en realidad que hace la diferencia.
Cuando decides apoyar a un grupo, raras veces encuentras la cultura coreana forzando su entrada en tu propia casa. El procedimiento es mucho más sutil, pero con una presencia constante. Se encuentra en el fondo del video musical donde uno de los miembros compra kimbap instantáneo en una tienda de conveniencia, en las referencias a las personas que habitan en el área más cara de Corea en el coro de PSY en “Gangnam Style”, en el programa de variedades donde los idols usan hanboks durante un especial de Chuseok o en la nostalgia de la melodía en la canción Spring Day de BTS donde hacen tributo a los fallecidos durante el naufragio del Ferry Sewol en el 2014. Para sorpresa de nadie, los coreanos son personas sumamente patriotas y los grupos de K-pop no han sido más que otro vehículo para promover su cultura nacional fuera del continente asiático; y ha funcionado, porque la cantidad de fanáticos que sueñan con alguna vez con viajar a la tierra de sus idols, ignorando por completo que forman parte de una sociedad completamente conservadora e incluso inaccesible: es impresionante.
Además, estos grupos y su música significan tanto para sus fanáticos por otros motivos más allá de la belleza de los idols y la estrategia de las empresas. Específicamente en Ecuador, que fue declarado uno de los países más inseguros de Latinoamérica, ser K-pop stans les ha permitido a muchas personas ser parte de una comunidad donde se sienten seguros. La adolescencia y formar parte de la sociedad como un adulto son cambios que aterran a cualquiera; sin embargo, gracias a estos idols al otro lado del globo, un grupo de ecuatorianos han sido capaces de encontrar personas con gustos afines y experimentar un sentido de pertenencia que no pudieron hallar en su propio barrio. En una realidad donde el mundo se desmorona, mantenerse fuerte en medio de la búsqueda del amor propio se siente como una misión de vida o muerte, por eso algo tan simple como una canción o una publicación con palabras de apoyo provenientes de sus personas favoritas en el mundo les ofrece un lugar mágico donde habita el confort y no se es juzgado por sostener gran cariño por desconocidos que probablemente jamás verán, al fin y al cabo hay otras personas que escapan de la realidad haciendo exactamente lo mismo.
Por supuesto, el mundo del K-pop es complejo; tiene su propia historia, sus aspectos positivos y sus lados oscuros. No todo dentro de esta industria es bello y fascinante, pero el fenómeno en sí actúa bajo su propio encanto entre los ecuatorianos. Solo imaginen una multitud fuera del Voltaire Paladines Polo; grupos de amigos encontrados fuera del estadio, atuendos coloridos y photocards enganchadas en sus cinturones, un grito más fuerte que los problemas del país y luego verlos a ellos y una sola voz cantando con sus idols mientras agitan su gratitud y sus corazones conmovidos al ritmo de sus lightsticks.
[1] stans: personas que apoyan a un grupo musical en específico
[2] idols: nombre asignado a los integrantes de un grupo de K-pop, ídolos
[3] fansigns: eventos organizados por empresas para que los fanáticos conozcan a los idols, les entreguen regalos y firmen sus álbumes
[4] comeback: palabra utilizada para definir el regreso de los grupos con nueva música
[5] linterna representativa de los fans que se utilizan para participar en los conciertos