Xavier Ayala Robles

Hace 70 años un arquitecto checoslovaco que emigró al Ecuador, huyendo del conflicto generado por la Alemania Nazi, construyó el hermoso edificio en el que actualmente habita la biblioteca de la UArtes. En 1952 el Banco de Descuento, del banquero y otrora presidente del Ecuador Carlos Julio Arosemena Tola, fue quien contrató a Karl Kohn para que diseñe el edificio del banco cuya construcción finalizó en 1954. La monumental obra fue declarada Patrimonio Cultural del Ecuador el 17 de febrero del 2006 y el 16 de enero del 2019 abrió sus puertas la Biblioteca de las Artes en el mismo edificio, recuperado por esta universidad y el Ministerio de Cultura. En esta oportunidad el diseño interior estuvo a cargo de los arquitectos Delia Kingman y Mario Cueva.

Kohn, quien falleció en 1979, nunca se imaginó que estaba construyendo una biblioteca para el futuro. Y es que Kingman y Cueva no tuvieron que hacer magia para volver a imaginarla. La estructura estaba ahí, para una biblioteca. La construcción rezuma futuro, y es que hasta el logo del extinto Banco de Descuento parece evocar el símbolo arroba muy propio de la era digital. Con más de 50.000 libros en su catálogo y de tener uno de los mejores tesoros de la memoria del Ecuador, como lo es el archivo histórico de El Telégrafo, la biblioteca aún no es muy conocida. Un mural de bronce, en la parte superior de la entrada principal de la biblioteca, recuerdan a las “musas” del arte. El diseño de Kohn es inspiración pura, las musas llaman, pero no todos escuchan.

De las 1.010 bibliotecas registradas en el Ecuador la de la UArtes es una de las más nuevas y este 2024 cumple 5 años. Desde su funcionamiento ha tenido tres directores o coordinadores. Natalia Tamayo, Pilar Estrada y Soraya Campos en la Dirección de Servicios Bibliotecarios desde el 2020 hasta la actualidad. La biblioteca tiene un promedio de visitas de 216 usuarios por día. En el 2023 la cifra alcanzó una asistencia de 74.593 personas. De las 3.959 bibliotecas universitarias de Latinoamérica la biblioteca de la UArtes se ubica en el puesto 479 con corte del año 2023, de acuerdo al sitio web rankingbibliotecas.com. La información del ranking por país en el mismo portal la ubica en el puesto 20.

La metodología utilizada para aquella medición consiste en 90 variables ubicadas en 5 grupos: servicios de biblioteca, contenidos de la biblioteca, diseño web, herramientas de navegación y aplicación web 2.0. Existe otro portal que, dentro de algunas de sus funciones, rankea a las universidades de acuerdo a la navegación en el ciberespacio en el aspecto cuantitativo y cualitativo. Se trata de webometrics.info que monitorea a más de 30.000 instituciones universitarias a nivel mundial y ubica a la UArtes en el puesto 13.069. A nivel continental se encuentra en el puesto 1.234 y a nivel país en el 61. Nada mal para una universidad que tiene 10 años de existencia.

Según el último boletín del sistema integral de información cultural en el Ecuador (2022), el 91% de la población ecuatoriana sabe leer y escribir. De ese porcentaje el 76,7% tiene una lectura diaria. La lectura de libros ya sea en distintos formatos tiene una preferencia del 57,5%. De esa última cifra el 15% se da por la literatura tradicional y el 61% por temas académicos y de investigación. El boletín también arroja la siguiente cifra: los ecuatorianos leen un libro completo y otro incompleto por año. Otro dato desalentador para los guayasenses es que en el tiempo de la pandemia del COVID-19, los hábitos de lecturas no aumentaron; Santa Elena y Santo Domingo de los Tsáchilas tuvieron un aumento del 68,8% y 58% respectivamente.

El estado debería tomarse más en serio estas cifras y generar políticas para lograr convertir al Ecuador en un país altamente ilustrado. Los medios de comunicación en general también deberían de sumarse a esta ola. Según la CERLALC Argentina y Chile son los países más avanzados en lectura en Sudamérica con 5.4 y 4.5 libros por año, respectivamente. Las políticas funcionan cuando existe una alianza entre el poder mediático y el poder político. En México existen programas bien estructurados de lectura, pero no han logrado superar los 2 o 3 libros leídos por habitante. Se puede inferir, en este último caso, un divorcio entre lo político y lo mediático.

Volviendo a nuestra biblioteca, Soraya Campos comenta: “La Biblioteca de las Artes es un espacio cultural relativamente nuevo, se inauguró en el 2019 y en el 2020 y 2021 tuvimos que cerrar por pandemia COVID-19, sin que ello signifique dejar de realizar actividades, puesto que recurrimos a la modalidad virtual para ejecutarlas. Luego tuvimos que activar los espacios con actividades culturales y recuperar los públicos que ya habíamos captado en apenas un año de inauguración. Seguidamente, la ciudad de Guayaquil se vio sumergida a hechos violentos debido al auge delincuencial por todos conocido, lo cual llevó a que el espacio observe un nuevo cierre. Sin embargo, pese a todos los contratiempos hemos trabajado constantemente y realizado actividades de difusión, a fin de que la ciudadanía conozca a la Biblioteca de las Artes”.

Las plataformas web de la biblioteca de la UArtes están muy activas, también es recurrente encontrar notas de prensa en donde se anuncia algunas de sus actividades. Aunque algunos de los programas efectuados dentro de la biblioteca no son exclusivamente organizadas por su dirección, debería, insisto, existir una difusión más abarcadora de todas ellas por su rico contenido y esto no es responsabilidad exclusiva de la universidad. Presentaciones de libros, talleres de los propios estudiantes, visitas de artistas o gestores culturales, son eventos que deberían ser conocidas por toda la sociedad guayaquileña y hasta nacional. Ecuavisa, Radio Fuego, El Universo, el portal La Posta, entre otros Mass Media, podrían difundir con más entusiasmo las actividades que esta institución ofrece sin esperar necesariamente de pauta alguna.

La biblioteca de la Universidad de las Artes es una belleza ecuatoriana, es que es de amarla cuando uno sube por esas escaleras. Es grato ver la gran afluencia de público en algunas de sus actividades, pero a la vez es penoso cuando estas no gozan del mismo resultado. Pese a los datos halagadores por el número de usuarios diarios, la biblioteca debería de tener más. Sería ideal que el estado genere políticas que fomenten el hábito de lectura o la concurrencia a las bibliotecas y que el trabajo sea mancomunado con el llamado quinto poder, el mediático. Hay también una responsabilidad de quienes formamos parte de la comunidad universitaria. Podemos aportar con vocerías en nuestro radio de acción, después de todo ¿a quién no le gustaría ir y volver a una biblioteca del futuro, al mejor estilo Marty McFly?