Luisa Castellano

Desde las pinturas rupestres que adornaban las paredes de cuevas ancestrales hasta las obras maestras contemporáneas que cuelgan en los museos más prestigiosos del mundo, el arte ha sido una forma fundamental de comunicar emociones, pensamientos y experiencias a lo largo de la historia de la humanidad. Incluso hay quienes sostienen que todo puede ser arte. (esto podría entrar en discusión) Esta capacidad de transmitir significados más allá de las palabras escritas o habladas ha sido un pilar en la evolución cultural y social de las civilizaciones.

En su libro sobre Arte-terapia, Scanio nos adentra en los antecedentes de esta disciplina. Hacia finales del siglo XIX, la psiquiatría comenzó a interesarse por los trabajos realizados por pacientes con trastornos mentales. En esa época, en Europa ya existían museos que exhibían colecciones de obras creadas por pacientes que se habían recuperado en hospitales psiquiátricos. En 1982, se publica un texto titulado «Genio y Locura» por César Lombroso, el cual se basa en investigaciones llevadas a cabo en hospitales italianos de Pesar, Pavia y Montelupo Vincentino. Este trabajo sentó un precedente al demostrar que la locura y la genialidad no son incompatibles, lo cual marcó el inicio de un proceso para superar el estigma asociado a lo que producía una persona con trastornos mentales.

En 1872, en Francia, Tardieu y Simons, respectivamente, desarrollaron una tipología descriptiva sobre los rasgos particulares del arte del dibujo. Esta tipología estableció vínculos con diversos cuadros de psicosis, identificando cinco formas de expresión que se correlacionaban con distintos trastornos mentales, especificando cada una de ellas en relación con un tipo particular de patología. Ahora bien, ¿Sobre qué trata el Arte-Terapia? ¿Qué herramientas y que beneficios otorgan para la salud de los pacientes?

Dentro de su corpus teórico, Freud dedicó parte de su atención a explorar la interacción entre la estética y el psicoanálisis. Según Scanio, entre los años 1883 y 1931, sus ensayos sobre arte, literatura y lenguaje destacan como contribuciones significativas para comprender el trasfondo psicoanalítico presente en las obras artísticas. En estas obras, Freud argumenta que la expresión artística es una manifestación de deseos reprimidos. Desde la perspectiva psicoanalítica, los conflictos inconscientes y las fantasías se integran en la creación artística. Scanio atribuye a Freud el mérito de desafiar la noción predominante en su tiempo, que afirmaba que la creatividad era exclusiva de los genios, al proponer que, en realidad, es una capacidad inherente a cualquier individuo, solo que necesita ser estimulada o guiada para manifestarse en aquellos casos en los que no surge de manera natural.

En la segunda mitad del siglo XX, surgieron nuevas formas de atención centradas en pacientes con trastornos mentales, particularmente los neuróticos, utilizando enfoques psicoanalíticos y psicoterapéuticos. Como respuesta a las necesidades identificadas por profesionales de la salud, se llevaron a cabo investigaciones para explorar nuevas modalidades de intervención. Como resultado, surgieron enfoques como el psicodrama, las terapias grupales y familiares, que integraban herramientas de diversos medios artísticos. Estos enfoques fueron liderados por especialistas en artes visuales, teatro, y expresión corporal (con adiciones como la danza), estableciendo entornos donde pudieran trabajar bajo estas modalidades y complementar los tratamientos biomédicos.

Estos entornos adoptaron diversas denominaciones y formatos, como laborterapia, ergoterapia, ateliers, talleres, entre otros. Coincidimos con Scanio en que estas expresiones artísticas, que reflejan la singularidad de cada paciente, a menudo son interpretadas en la práctica a través del producto final, el cual es resultado de un proceso creativo. Este proceso implica múltiples factores, como la relación terapéutica del paciente con su obra en creación, sus circunstancias personales, su interacción con sus compañeros de taller y el terapeuta, reconstruyendo no solo aspectos afectados por la enfermedad, sino también vínculos sociales desde una perspectiva de salud. Entendemos la salud conforme a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y en este sentido, estas prácticas terapéuticas buscan abordar y promover este equilibrio integral.

Por eso la creación artística proporciona a las personas un medio para explorar y expresar sus emociones más profundas, incluso aquellas que pueden resultar difíciles de comunicar verbalmente. Pintar, dibujar, esculpir o participar en otras formas de expresión artística puede ayudar a liberar tensiones emocionales, reducir el estrés y aumentar la autoestima. Además, el proceso creativo en sí mismo puede ser terapéutico, brindando un sentido de logro y satisfacción que contribuye a una sensación general de bienestar. En las últimas décadas, la comunidad científica y médica ha reconocido cada vez más el potencial terapéutico del arte en el tratamiento de diversos trastornos emocionales y mentales. Desde la terapia artística utilizada en entornos clínicos hasta la simple práctica de la creación artística como una forma de autorreflexión y catarsis personal, el arte se ha consolidado como una herramienta valiosa en la promoción del bienestar emocional y mental.

La terapia artística, dirigida por profesionales capacitados, se ha utilizado con éxito en una variedad de entornos clínicos para tratar afecciones como; la ansiedad, la depresión, el trauma y el trastorno de estrés postraumático. Al permitir a los individuos expresarse de manera no verbal, la terapia artística puede facilitar la exploración de temas difíciles y el desarrollo de estrategias de afrontamiento efectivas. Además de sus beneficios terapéuticos individuales, el arte también puede fomentar la conexión social y la construcción de comunidades. La participación en actividades artísticas, ya sea en forma de clases, talleres o proyectos comunitarios, puede ayudar a las personas a conectarse con otros, compartir experiencias y desarrollar un sentido de pertenencia.

El arte, en sus diversas expresiones, se ha convertido en un puente hacia el bienestar emocional. Un lenguaje universal que nos permite explorar las profundidades de nuestro ser, conectar con nuestras emociones y sanar las heridas que, a veces, la vida nos deja. En este viaje hacia el bienestar emocional a través del arte, aún queda mucho por explorar. Nuevas investigaciones y experiencias nos permitirán comprender mejor los mecanismos por los cuales el arte ejerce su poder sanador.

Te invitamos a seguir explorando este tema en una segunda parte, donde profundizaremos en los diferentes enfoques de la terapia artística, los beneficios que aporta a personas de todas las edades y cómo podemos incorporar el arte en nuestra vida diaria como herramienta para el bienestar emocional.