Samanta Andrade Moreno [1]

 

¿Es el arte inherentemente elitista? ¿Cómo se relaciona el arte con los procesos de expulsión de población urbana precarizada? ¿Qué factores se ponen en juego en los procesos artísticos anti-gentrificadores? Estas fueron algunas de las preguntas que guiaron el desarrollo de este artículo. Frente al crecimiento de las lógicas de expulsión socioespacial, ligadas al arte y la cultura, como mecanismos “renovación urbana”; el análisis de las relaciones entre gentrificación, arte y capital cultural se vuelve aún más pertinente tanto para el quehacer de los/as planificadores urbanos que buscan rentabilizar espacios degradados, como para quienes apostamos por el derecho a la apropiación equitativa de la ciudad.

Para hablar de gentrificación, primero es necesario diferenciar este tipo de proceso de renovación urbana de otros fenómenos que se vienen sucediendo en las ciudades modernas. En la basta producción académica al respecto, se pueden identificar algunas coincidencias en cuanto a las características de la gentrificación: 1) la gentrificación es una cuestión de clase en la medida que, 2) implica un proceso de transformación social y urbana de un espacio degradado, pero bien localizado, tanto en las dimensiones materiales como en las simbólicas, 3) que genera un incremento generalizado de los precios del suelo y del costo de vida en esta zona, lo cual 4) tiene como consecuencia la segregación y/o la expulsión de la población originaria del lugar y su remplazo progresivo por una clase social más alta. (Sabatini, Sarella Robles, y Vásquez 2009; Barrera 2013; Vergala Constela 2013).

¿Cuál es el rol del arte y la cultura en este proceso? Para analizarlo, considero pertinente volver a los orígenes, es decir a los planteamientos sobre apropiación espacial, entendida como la disputa por el control material y simbólico del espacio (Haesbaert 2007, 2013; Gómez y Delgado 1998; Lefebvre 1974). En tanto asunto de clase, la primera consideración a tomar en cuenta es que la gentrificación no se sucede en cualquier lugar, por el contrario, como todo proceso de acumulación capitalista se nutre de lo existente. En los barrios urbanos degradados, susceptibles de ser gentrificados, es posible identificar características relacionadas a la localización (Abramo 2011) que los vuelven particularmente atractivos -provisión adecuada de servicios públicos, alta accesibilidad a espacios de ocio, zonas verdes, transporte y servicios privados- a pesar de lo cual, debido a diversos factores, han sufrido degradación en su infraestructura física y, en algunos casos, presentan problemáticas relacionadas a la precarización, la delincuencia y/o la estigmatización social. Estos últimos factores tienen como consecuencia una “tendencia al abaratamiento del precio del suelo” que es aprovechada en el proceso de gentrificación. Sin embargo, la nueva clase social instalada no solo se sirve de este abaratamiento, sino también del capital cultural acumulado- aprehensible mediante el concepto de patrimonio- producto social de quienes han construido y habitado el barrio y que complementan el atractivo de este lugar y consolidan su “potencial de renovación”.

A la luz de estos señalamientos, el rol del arte en la transformación urbana gentrificadora  puede ser entendido a partir de tres mecanismos: 1) la inserción artística como adecuación simbólica ligada al “gusto” de una clase social específica, 2) la revalorización del patrimonio histórico del lugar, con una tendencia a la “pérdida del contexto donde éste se enmarca” (Checa-Artasu 2011) y 3) la adecuación material tanto de las casas a nivel individual como de la infraestructura pública y privada ligada al arte y a la cultura.

El análisis de los procesos de gentrificación en ciudades como Barcelona, Bilbao, Venecia y Buenos Aires identifica una tendencia que liga la inserción de una clase media con alto capital cultural, reflejado en un perfil laboral ligado a la creatividad, el arte y/o la tecnología, a los procesos de elitización de los barrios precarizados. La adaptación artística del espacio realizada por estos nuevos agentes, suele estar ligada a un sentido particular de la estética, un “gusto” particular (Bourdieu 2010) que responde a su clase y que además al mercantilizarse, por medio de la oferta cultural localizada, da lugar a una segmentación del consumo que vuelve esta oferta accesible solamente para su propia clase social. En este sentido, la adaptación artística establece límites tanto materiales (costo de la vida) como simbólicos (un gusto ajeno al de los/as habitantes originarios del barrio) que termina por segregar, y en último término expulsar a la población de clase popular.

Ahora bien, como se señala anteriormente esta adaptación, si bien puede descontextualizarse, en el sentido de adoptar una forma estética asociada al gusto de la clase media-alta, se nutre y fundamenta en el patrimonio histórico del lugar y por tanto para poder resultar atractiva para esta clase social, se realiza una suerte de “fetichización” del mismo, puesto que se separa la forma estética de su asidero material, es decir de los conflictos sociales que le dieron origen y que incluyen la lucha contra la precarización socio-espacial como práctica cotidiana de quienes construyeron y habitaron ese barrio antes de ser desplazados. De allí que, en estos casos, la adaptación artística o recuperación patrimonial, tenga como contracara la disolución del tejido social consolidado anteriormente.

En términos de la brecha de renta, y ligado al tercer punto enunciado, se pueden identificar al menos dos factores, en diferentes escalas, que tienen un efecto en el incremento de los precios del suelo en los barrios gentrificados. A nivel individual, la inserción de artistas y/o gestores culturales en los barrios, suele implicar la remodelación de las viviendas que estas personas ocupan. Esta remodelación realizada con capital privado, modifica los usos, la distribución y la estética de la infraestructura de las viviendas, adquiridas a precios bajos, incrementando notablemente su valor en el mercado. En escala macro, y de la mano del accionar de los gobiernos locales[2], la remodelación del espacio urbano con infraestructura cultural, produce el incremento generalizado de los precios del suelo en barrio, en una lógica de retroalimentación entre el capital privado y el público.

Todos estos mecanismos, nos permiten entender a grandes rasgos, algunas de las relaciones entre el arte y la gentrificación urbana, sin embargo, es necesario recalcar que también existen esfuerzos, no menores, de artistas y gestores/as culturales por evitar que su inserción en el espacio urbano resulte en segregación y expulsión de quienes hicieron y siguen haciendo barrio. En este sentido, se identifica la propuesta de “urbanismo dialógico” (Zukin 1998; Serra-Permanyer 2020) que se construye bajo la premisa de que el arte puede ser una herramienta para el diálogo que permita, equiparar las condiciones de poder de los/as actores urbanos. Siguiendo este hilo, se puede plantear que, frente a la precarización y la degradación urbana, el ejercicio artístico colectivo, acompañado de un posicionamiento político crítico, permite valorizar la identidad de un territorio urbano, no desde la fetichización del mismo, sino desde el reconocimiento de la base material de los procesos. De allí que, de la mano de esta propuesta política, la “obra de arte” en el espacio urbano, se aleje de la visión mercantilista de acumulación de capitales y se acerque más al valor de uso del espacio apropiado (Lefebvre 1994) respondiendo a las necesidades de los/as viejos y nuevos/as habitantes, un proceso dilógico de conformación de nuevas comunidades.

 

 

[1] Socióloga, maestra en Estudios Urbanos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador.

[2] Un análisis de las múltiples formas de acción y consecuencias del accionar público en la gentrificación de los barrios ligados a la infraestructura y oferta cultural, excede los límites de este artículo pero referencias bibliográficas al respecto puede encontrarse en González Redondo (2021) y Di Virgilio y Guevara (2014)

 

Referencias bibliográficas

Abramo, Pedro. 2011. La producción de las ciudades latinoamericanas : mercado inmobiliario y estructura urbana. Editado por Fernando Carrión. Quito: OLACCHI.

Barrera, Rafael. 2013. “Gentrificación: sobre el origen del término y el vocablo más adecuador en lengua castellana.” Papeles de Coyuntura, núm. 37 (octubre): 6–13. http://repository.unipiloto.edu.co/handle/20.500.12277/8315.

Bourdieu, Pierre. 2010. El sentido social del gusto : elementos para una sociología de la cultura. Siglo XXI.

Checa-Artasu, Martín. 2011. “Gentrificación y cultura: algunas reflexiones”. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales  XVI (914). www.ub.edu/geocrit/b3w-914.htm.

Gómez, Gustavo, y Ovidio Delgado. 1998. “ESPACIO , TERRITORIO Y REGION : CONCEPTOS BASICOS PARA UN PROYECTO NACIONAL”. Cuadernos de Geografía 7: 120–34. https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/70838.

González Redondo, Carolina. 2021. “La planificación urbana y su incidencia en los procesos de gentrificación”. Andamios, Revista de Investigación Social 17 (44). https://doi.org/10.29092/uacm.v17i44.800.

Haesbaert, Rogério. 2013. “El mito de la desterritorialización: del fin de los territorios a la multiterritorialidad”. Cultura y representaciones sociales 8 (15): 9–42. https://doi.org/ISSN 2007-8110.

Haesbaert, Rogério da. 2007. El mito de la desterritorialización: del “fin de los territorios” a la “multiterritorialidad”. Editado por Bertrand Brasil. Tercera. Rio de Janeiro. http://www.scielo.org.mx/pdf/crs/v8n15/v8n15a1.pdf.

Lefebvre, Henri. 1974. La producción del espacio.

Sabatini, Francisco, María Sarella Robles, y Héctor Vásquez. 2009. “Gentrificación sin expulsión, o la ciudad latinoamericana en una encrucijada histórica.” Revista 180, núm. 24: 18–25. doi: http://dx.doi.org/10.32995/rev180.Num-24.(2009).art-266.

Serra-Permanyer, Marta. 2020. “Prácticas artísticas dialógicas frente a procesos de renovación urbana: Londres, Ámsterdam y Barcelona (1981-2010)”. Arte, Individuo y Sociedad. Universidad Compultense Madrid. https://doi.org/10.5209/aris.63641.

Vergala Constela, Carlos. 2013. “Gentrificación y renovación urbana. Abordajes conceptuales y expresiones en América Latina”. Anales de Geografía de la Universidad Complutense 33 (2): 219–34. https://doi.org/10.5209/rev_aguc.2013.v33.n2.43006.

Virgilio, Mercedes Di, y Tomás Guevara. 2014. “Gentrificación liderada por el Estado y empresarialismo urbano en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Estudios Sociales Contemporáneos, núm. 11: 12–23.

Zukin, Sharon. 1998. Loft Living Culture and Capital in Urban Change. New Jersey: Rutgers University Press.