Juan Arroyo
Paris, sábado 4 de Setiembre del 2021
Feliz cumpleaños a mí. Hoy cumplo 40 años de edad y la verdad no tengo la menor idea de por qué debería darle mucha importancia. Mariangela, la familia y los amigos se han encargado de recordármelo sin darme una sola explicación medianamente convincente. ¿Por qué es más importante cumplir 40 que 39 o 41? Es algo así como pretender que el compás 10 de una partitura es más importante que el compás 11. O que el lunes es el día más importante de la semana. Tengo la impresión que se percibe a los 40 como un punto de inflexión en la vida y si alguien me preguntase que conclusión saco de estas cuatro décadas afirmaría lo siguiente: la Musa está en el misterio del presente. No me refiero estrictamente a Euterpe, sino a todo aquello que evocamos cuando se nos ocurre algo maravilloso. Después de cuarenta años tratando de anticipar razonadamente una trayectoria impredecible y caóticamente excitante su misterio sigue asombrándome todos los días.
Pensaba en ello obsesivamente cuando de pronto, entre los centenares de mensajes y llamadas cumpleañeras, llegó un texto por WhatsApp de mi amigo compositor Victor Ibarra: «Juan, ¿te gustaría presentar tu trabajo a mis alumnos de la Universidad de Guanajuato? Estaba pensando en tu música y creo que les seria de mucha utilidad conocer tus composiciones. ¿Como lo ves?»
No dudé en responder y le dije:
»—Estimado amigo, muchas gracias por la invitación. Con mucho gusto presentaré mi trabajo a tus alumnos. ¡Te mando un gran abrazo!
Al margen de las técnicas de composición, de la notación musical y la escucha de mis obras, ¿qué decirle de esencial a un compositor en desarrollo sin despojarlo de su impulso creativo? Al mismo tiempo, porque forzosamente el día era propicio, me pregunté: ¿Qué me condujo a mí hasta hoy, 4 de setiembre del 2021?
Azotado por una epidemia de cólera en 1991, el Perú llegó a 322,562 sospechosos de infección con un total de 2909 defunciones según datos oficiales. La epidemia duró un par de años y yo tenía solo diez. Sin embargo, no vivíamos confinados, aburridos y asustados por el cólera, sino por la guerra desatada por dos grupos terroristas, la crisis económica heredada del gobierno de Alan García, el altísimo nivel de violencia en las calles, el grupo paramilitar Colina y la matanza de inocentes amparada con toda impunidad por Alberto Fujimori, un dictador nipón que se aferró al poder durante diez años y que renunció cobardemente por fax, desde Japón.
El neurocientífico argentino Facundo Manes afirma que el ocio y el aburrimiento son la clave para ser más creativo —debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
Mi niñez, como la de muchos compatriotas, estaba llena de incertidumbre y recuerdo que la necesidad de crear fue revelándose a muy temprana edad y a gritos. No tenía ninguna noción musical, no sabía tocar, académicamente hablando, ningún instrumento y me encantaba improvisar cantando. El gran salto se produjo con un encuentro decisivo que marcó mi vida. Conocí una linda muchacha de misteriosas formas y me enamoré perdidamente de ella.
El filósofo francés Bernard Stiegler dice que el Arte es sublimación erótica —debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
Pensando en ella, cristalicé su esencia en sonidos, atrapé una gota de su perfume y la transformé en música. Desde entonces la idealizo, la escribo y la escucho, pero ella ya no es ella, es la música. Hoy no dejo de sorprenderme de sus misteriosas formas y de todo lo que hecho en su nombre.
El compositor alemán Helmut Lachenmann dice encontrar lo bello en lo inusual —debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
En el año 2001, a pesar de haber recuperado la democracia en el Perú y respirar la ilusión de un futuro prometedor, los compositores peruanos vivíamos una especie de auto censura. No nos escuchábamos, no sabíamos cómo sonaba la música del otro. Como seres enmascarados, aislados los unos de los otros, merodeábamos en la sombra de los pasillos del Conservatorio Nacional de Música del Perú. A pesar de la mala costumbre de nombrar Maestro a todo aquel que aparenta poseer un cierto talento, éramos unos perfectos desconocidos, sin identidad sonora y sin huella dactilar musical. Aquella brisa democrática me dio la idea de fundar el Círculo de Compositores Peruanos, más conocido con el nombre de Circomper. Cesar Sangay, Pablo Sandoval y yo empezamos a reunirnos todos los sábados en casa de Daniel Kudo, en el edificio Los Nogales de la residencial San Felipe. Poco a poco logramos congregar más de veinte compositores de distintas generaciones. Entre partituras, discos, copas y risas empezamos a darnos cuenta que no estábamos solos. Hoy el Circomper sigue operativo, ha organizado varios conciertos y sigue siendo un puente entre todos nosotros.
La unión hace la fuerza dice el lema. Pero, ¿qué nos unió? —debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
Desde que llegué a Europa mi música ha viajado y me ha hecho viajar. Pero debo confesar que he viajado más con ella sin salir de casa, imaginándola. Con ella me he sentido tan libre que, sin ser un luthier o ingeniero, en 2015 diseñé una serie de instrumentos híbridos para poder servirla mejor. Al cabo de varios meses, mesurando el feedback, la correlación de volumen acústico y electrónico, probando diversos tratamientos informáticos y escribiendo la partitura de Smaqra, tuve la impresión de no haber visto pasar el tiempo. Felizmente estuve muy bien acompañado. El encuentro con el cuarteto Tana y en particular con Jeanne, la violonchelista, marcó un antes y un después en mi vida.
Me enamoré de nuevo y con locura porque la Musa estaba en el misterio del presente.
A finales del año 2019 empecé la escritura de un tríptico inspirado en un cuadro de la pintora francesa Nathalie Bourdreux. Terminé de escribirla en enero del 2020. La llamé Y la Oscuridad baila, tres danzas macabras para violín y violonchelo. Esta obra fue estrenada una semana antes del confinamiento en Francia, durante la consolidación de la pandemia en el mundo.
En una entrevista concedida a la radio española Canal Extremadura, Olga Ayuso me preguntó: «Juan, ¿por qué se te ocurrió escribir una obra sobre la muerte?» Yo respondí: «Sin duda alguna, porque la Musa está en el misterio del presente».
Durante la pandemia y más precisamente durante los dos meses de encierro en París, el tiempo fue propicio para elaborar nuevos proyectos. Un programa de radio semanal; la traducción de un libro sobre mi cuarteto híbrido; un ciclo de piezas para voz y quinteto; un concierto para violonchelo y orquesta; un trio para mandolina, guitarra y arpa; un dúo para acordeón, piano, electrónica y video; y una ópera; empezaron a descifrarse de manera misteriosa en mi mesa de trabajo.
El filósofo francés Vladimir Jankelevitch escribió en “El encantamiento musical”: «¿No es la música una especie de temporalidad encantada?» — Debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
Omar Nicho, un gran amigo y excelente guitarrista peruano me preguntó hace un tiempo en un bar desconfinado de París: «Juan, ¿Cuál es la relación del músico con tu obra? ¿El músico es un intérprete o un ejecutante?»
Ante tal pregunta se asomó por mi mente la idea sencilla de citar un fragmento de la Poética Musical de Igor Stravinsky.
Pero en lugar de citar al buen amigo Igor y sus reflexiones tan ciertas decidí buscar algo distinto. En ese momento, en ese bar, delante del amigo Omar y un par de cervezas, le dije: «la relación entre el intérprete y mi música es similar a la de un trío amoroso. El músico tiene el rol de Christian de Neuvillette, el público es Roxane y el compositor es ese poeta que se dejaba la piel escribiendo en la sombra para su amada Roxane sin que ella lo sepa. Su nombre era Cyrano de Bergerac».
Esa misma semana, el amigo compositor Stefano Gervasoni me dijo: «Escribir para uno es escribir para todos, la música puede transformar un hecho trivial de nuestras vidas en algo universal» —debe ser porque la Musa está en el misterio del presente.
Durante una conferencia en el Festival Latinoamericano de Caracas, mi amiga compositora Diana Arismendi me preguntó: «Juan, ¿Cómo avizoras el futuro del mundo post pandémico?». Respondí sin dudar: «Es posible proyectar algunas predicciones sobre el futuro jugando a las probabilidades, pero muchas de ellas dependen de nuestra actitud y compromiso hacia nuestras aspiraciones. El presente nos da siempre la oportunidad de re inventarnos, de salir a la conquista de nuestros sueños. Sueños que muchas veces abandonamos y que la normalidad se encarga de almacenar en el viejo armario del status quo. A menudo pensamos el pasado como un Edén perdido. ¿Éramos felices y no lo sabíamos? Siempre es momento de ser audaz y creativo porque la Musa está en el misterio del presente, porque la vida es muy corta, porque solo hay una vida y por todo esto, ¡Carpe Diem!».